La ruptura del verso en español a través de una y mil historias
Fernando Salazar Torres
La poesía en español, de enorme tradición, siempre ha tenido presente en sus formas y estructuras varias singulares maneras de expresión, no solo en su nivel del enunciado, lo cual se privilegia y elogia actualmente, sino también los distintos procedimientos de composición de las formas clásicas han padecido una variable movilidad al interior del verso en español, una extensa serie de anomalías, fenómenos y disposiciones autorales. Es el cruce de muchas tradiciones, es el punto de quiebre de la estructura poética mozárabe, la jarcha, el tono latino, el ritmo italiano, la moral grecolatina, y la consecuencia de todo ello deriva en la primera gran ruptura del poema en el lenguaje español: la época del Siglo de Oro. Algunos poetas de nuestra lengua. Siglos XII al XXI, del poeta Sergio Mondragón, tiene como propósito presentar la actualidad y la continuidad de nuestra lengua a lo largo de casi mil años de poesía a través de la cual es posible leer una y mil historias en las que la lírica se modifica y actualiza a sí misma.
El libro está dividido en dos partes. La primera tiene dos secciones, “La poesía de nuestra lengua: una vocación experimental” e “Intermedio”. La segunda parte del libro está dedicada a revisar y analizar a 15 poetas mexicanos del siglo XX, denominada “Ruptura y germinación: la ‘nueva poesía’ mexicana”, muchos de ellos vigentes y que no pertenecen a la misma manera de ser y hacer la lírica.
Respecto a la vocación experimental, ésta se comprende como el proceso de formación del verso desde antiguo, en el Medioevo y más atrás, como una manera acentual de gestación del verso en el poema cuya procedencia sería, sin duda, el latín vulgar. Este primer antecedente, afirma Mondragón, es la primitiva, la única, desde entonces, tradición de la ruptura, lo moderno de lo antiguo constituye la tradición y, al mismo tiempo, la vanguardia. Esta contradicción tanto formal como de pensamiento es, pues, una necesidad creativa. No obstante, me parece, también podría hablarse de lo primitivo de lo moderno; es decir, así como en la poesía, la tradición es la suma, la fusión entre lo nuevo de lo formal en lo antiguo del poema, existe, creo, un primitivismo, algo que es antiguo y caduco en la poesía moderna, quiero decir actual o contemporánea.
Este dilema, para mí significativo, el autor del libro en cuestión lo resuelve de la manera siguiente: “la literatura en español nace moderna y primitiva, en el sentido en que son modernas y primitivas las pinturas de las cuevas de Altamira o las máscaras rituales africanas y otros objetos de uso tradicional que inspiraron el arte de Picasso. Nuestros primeros trazos literarios se dan sobre el trasfondo de la modernidad prosódica que está implícita en la invención del compás acentual en la poesía latina medieval, en la irregularidad métrica y en la creación misma de las lenguas romance. Esto se ve claramente en tres momentos iniciales de nuestro arte literario: las glosas, las jarchas, Cantar de mio Cid.”
Los casos semejantes a lo señalado anteriormente son muchos, por ejemplo, Mondragón aborda el caso de Gonzalo de Berceo y el de Juan Ruiz, Archipestre de Hita. Es el suceso literario ocurrido entre los siglos XII y XIII. En ambos casos se manifiesta la reinvención del español y en el manejo un nuevo dispositivo sobre el cual se presenta el poema, a saber, la escritura, de lo juglaresco a la clerecía, de lo oral, la conversación al decoro, la medida y el control de la acentuación métrica. Berceo crea un nuevo español, romanz paladino y su modo o forma de presentación, “la quaderna vía”, cuartetos alejandrinos que interfiere alterándolos con un verso más, cierto es un juego experimental que, posiblemente no fue bien visto en su tiempo, quizá cuestionado. Otro momento significativo en el español lo da El Libro del buen Amor o El Libro del Arcipreste, quien además de lo formal, ocurre otra manera de alteridad del idioma, la moral; el tema, el tratamiento, la exposición de lo que dice hace sonar distinto a este poeta español.
El siguiente momento poético en la historia del verso en español es la obra de Garcilaso de la Vega y la de Boscán. Estos casos son tratados en el ensayo “La descomposición de la obra en Garcilaso y Boscán”. ¿Qué quiere decir y significar el autor con el término descomposición? Al proceso de transformación, pero ¿transformación de qué? De la forma, del movimiento de los programas poemáticos. “Una forma es la negación y la continuación de la que le antecede”. La lírica y sus transtextualidades construidas hasta antes de estos dos poetas, si bien ya había logrado cierta alteridad, no había todavía un cambio radical en la musicalidad y semántica y es justo la migración de la música del verso italiano de Petrarca a la extensión del verso endecasílabo español lo que provocaría un antes y un después en la poesía escrita en nuestro idioma. Una real ruptura de la tradición que ya se había perfilado desde los siglos V y VI de nuestra era. Los otros tres temas de la primera sección de la primera parte son “Pedro Calderón de la Barca y el sueño de la vida”, “Fray Luis de León y ‘la vida retirada’ en la naturaleza” y “La poesía de San Juan de la Cruz y la obra de arte perfecta”.
“Intermedio” justo es la parte medular, diría, central para el desarrollo de la poesía mexicana y la asimilación de las tradiciones precedentes. En esta segunda sección de la primera parte están presentes dos figuras icónicas, representativas del binomio eje de la poesía: Ramón López Velarde que representa la poesía decorosa y José Juan Tablada a la poesía experimental, la de ruptura en términos retóricos y formales. Y también Ernesto Cardenal, figura inquietante y trascendente para la posterior construcción de la nueva lírica a nivel continental durante la segunda mitad del siglo pasado. Mondragón señala de Tablada que incorporó a la tradición paisajes inéditos de nuestra poesía. Por otra parte, el autor se dirige a Velarde mediante una epístola “sin saberlo dislocaste nuestra manera de percibir imágenes, las reglas fijas de la versificación y también las de la prosa, y desdibujaste los caminos que solía recorrer el espíritu de nuestra época para llegar hasta nosotros, los lectores. Tu obra es el punto de partida de lo que se escribe hoy en México” (112).
A parte, por la latitud y quiebre temático, es el caso de Ernesto Cardenal, referente inmediato de la poesía testimonial en América, llevó a su obra los influjos de la conversación y el tono coloquial del lenguaje cuya relación sería, claro, la poesía estadounidense; sin embargo, el tema de lo divino y el énfasis místico dotan a su obra de la introspección, un yo confesional, emotivo, directo, recordando a poetas como Gonzalo de Berceo, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León. Cardenal viene a ser el vértice por el cual se suman y cruzan distintas maneras de ser y decir poéticos, formas, procedimientos, composiciones y programas estéticos.
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