Provocaciones lingüísticas
Alejandro Martínez Lira
Sólo como un humilde acto de provocación quiero opinar un poco sobre el llamado desdoblamiento de sustantivos en femenino y masculino. Desde hace tiempo deseo hacerlo. Los argumentos para sólo utilizar sustantivos masculinos para que abarquen también su correspondiente femenino (por ejemplo: niños para nombrar a los niños y a las niñas) se basan ante todo en las opiniones de la Real Academia Española de la Lengua. Si bien la RAE es un importante referente, no es, por lo menos para mi y TANTOS y TANTAS más, la gran verdad de nuestro idioma. Confieso que, para empezar, me molesta el adjetivo “real” de esta institución, cuando no somos POCOS ni POCAS quienes no creemos en realezas, ni derechos divinos ni monarquías y, si con orgullo una institución asume tal adjetivo, qué podemos esperar de muchas de sus posturas, creo yo.
Creo que la lingüística nos ha enseñado algunas cosas, entre ellas, que la lengua no pertenece a una Academia sino a los hablantes. Ya Ferdinand Saussure observaba que la lengua es un producto social y un producto de las convenciones. También es muy sabido, creo que no hace falta ahondar tanto en la filosofía del lenguaje, que es a través de la lengua que organizamos el mundo, muestra nuestra concepción de éste y de nuestras sociedades. En el mismo Cratilo, de Platón, ya se habla sobre la lengua para comprender la realidad,. Quiero aclarar que no comulgo con la concepción del origen natural de la lengua defendida por Cratilo, y por el mismo Platón (que es algo así como la concepción purista de la RAE), sino con la concepción de Hermógenes, que al fin y al cabo, el tiempo, con los estudios de Saussure, demostró que era correcta: la lengua como producto de la arbitrariedad y las convenciones sociales.
También el mismo Eugenio Coseriu magistralmente observó la gran movilidad social de la lengua; su relación con diversos aspectos de la política; observó a la comunidad como creadora y renovadora de su expresión oral. También es un hecho que las sociedades cambian, se renuevan y las lenguas junto con ellas: se dejan de nombrar objetos, comportamientos; la morfología y la sintaxis se modifica, aunque más lentamente; la semántica cambia en no pocas palabras y frases; porque hay cosas que ya no se nombran y hay nuevas que nombrar.
Les guste o no a MUCHOS y a MUCHAS, nuestro español sí es masculino, sí muestra una estructura claramente patriarcal, entendido el término como la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres, incluso, también sobre el comportamiento de los mismos hombres. También es cierto que nuestras sociedades están cambiando y las reivindicaciones de los derechos de la mujeres crece ( ahí está la manifestaciones realizadas, por ejemplo, el 24 de abril de 2016 que tanto incomodó a TANTAS y TANTOS, ante todo a los hombres, ante todo a mí, porque a algunos nos llevó a cuestionarnos de tantas cosas arraigadas).
Apropiarse e incluirse en el idioma se ha convertido también en una batalla. ¿Recuerdan cómo sólo estaba reservado generalmente para hombres vocablos como “pinche”, “cabrón”, y otros más porque no eran propios de las mujeres? Se presionaba para que parte del vocabulario de este vocabulario altisonante (porque cuando se pronuncian suenan muy alto) estuviera censurado para ellas. Ellas, sin permiso alguno, se han apropiado actualmente de esa parte vedada de nuestro idioma.
La lucha contra una lengua no sexista es fuertemente atacada por la RAE. El decir, por ejemplo, “compañeras y compañeros”, dice, según la RAE, que el “desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas” (http://www.rae.es/consultas/los-ciudadanos-y-las-ciudadanas-los-ninos-y-las-ninas). Vaya argumentos, más relacionados con el purismo que con la razón. Sabemos muy bien que en la evolución de la lengua la economía de la lengua no es una regla absoluta en el hablante, porque no podríamos entonces explicarnos las tantas perífrasis verbales del español, respecto a formas más sintéticas del latín, explicar, por ejemplo, como cedió la estructura de la voz pasiva latina, (más sintética) por la estructura que utiliza actualmente el español (notablemente analítica). Por otro lado, por supuesto que se funda la utilización de estos desdoblamientos del sustantivo en una realidad extralingüística, pues son también las realidades extralingüísticas las que transforman y dan vida a nuestra lengua.
También ahí está Ignacio Bosque, de la Real Academia Española, que, entre otras cosas, se duele que en los nuevos manuales y guías del lenguaje no sexista, no se inviten a especialistas, es decir, que sólo los académicos tienen dominio sobre la lengua, LOS y LAS hablantes que reflexionan sobre la lengua, quienes la hablan, quienes llegan a las nuevas convenciones, no tienen mérito alguno.
Al fin y al cabo, la Real Academia Española de la Lengua no es señora ni reina de nuestro español, y, por muy “real” que sea, hay quienes no agachan la cabeza ante esas “realezas”. Que se queden con su reaccionario español, que lo defiendan, pues, al fin y al cabo desde el abajo también se construye y reconstruye otro más incluyente. Ya el español nos irá mostrando soluciones, ya LOS y LAS hablantes las irán encontrando para reconstruir y construir un idioma incluyente.