
Marco Ornelas
Poeta y ensayista. Estudió Derecho en la Universidad La Salle (1997-2002); también ha recibido cursos de literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato. En 2011 La editorial La Rana de Guanajuato, publicó su poemario: Variaciones de la voz alcanzando el tono. En 2013 la Universidad Iberoamericana, León, publicó uno de sus cuentos en la antología Poquito porque es bendito, . Obtuvo el primer lugar en el "Torneo de poesía Guanajuato 2014 (Adversario en el cuadrilátero)".
ºESCRIBIR: LA BÚSQUEDA DE LA PROPIA VOZ Por: Marco Ornelas[i]
ºESCRIBIR: LA BÚSQUEDA DE LA PROPIA VOZ
Por: Marco Ornelas[i]
Poetizar: la más inocente
de todas las ocupaciones.
Hölderlin
¿Por qué escribir poesía? ¿Por qué escribir? Quizá, porque toda ideología es lenguaje, ergo sum: conociendo —el funcionamiento de la maquinaria de— el lenguaje puedes “escapar” de la ideología. Escapar de la inautenticidad. Fugarse. Tratar de huir del azar —si esto acaso es posible—. La autodeterminación es la condición sine quan non de lo humano. Hablar castellano es sólo un accidente. Tal vez ahora que lo pienso, viene a mi mente el nombre de Samuel Beckett: el apátrida de su lengua. El poeta es por antonomasia un deconstruktor. Claro, esto hace referencia directa al discurso de Derrida, el maestro de los poetas contemporáneos. Para mí, poesía y filosofía (lingüística, hoy) son sinónimos. Ante la equivocación de Platón de dividir la filosofía y la poesía, María Zambrano vendrá a decirnos muchos años después: “No se encuentra el hombre entero en la filosofía; no se encuentra la totalidad de lo humano en la poesía (Cfr. Filosofía y poesía, FCE. Segunda reimpresión 2001)”. Creo al igual que la filósofa española, que la reconciliación se da en ambas. Wittgenstein, el gran ejemplo de filósofo y poeta. El “Tractatus lógico Philosophicus” y las “Philosophical investigations” son la gran obra poética del siglo XX. Así como “Un coup de dés”, lo fue para el siglo XIX. “De lo que no se puede hablar hay que callar”, es un verso extraordinario. ¿Cómo negar que es casi un alejandrino perfecto, que compite con los grandes versos de Quevedo, tanto en belleza lingüística, como en profundidad filosófica? Un lingüista y poeta peruano muy conocido, expresa mejor que yo este asunto sobre la búsqueda personal de la voz poética, aunque en su caso, sea negándola, es decir; buscar la extinción del “yo”. En un ensayo brillante escribe: “En defensa del poema como aberración significante”. El discípulo de Chomsky, parte de tres autores: Freud, Saussure y Lacan para defender su tesis sobre la creación de poemas en la actualidad. Según el autor de “Llantos Elíseos”, fue Freud, quien demolió con su libro: “Tres ensayos sobre teoría sexual” la teoría platónica de que lo humano, desde el comienzo de las edades, fue dividido en dos mitades que siempre están buscando unirse. Es decir, la pulsión primordial. El objeto de la pulsión en el hombre es la mujer, y en la mujer el hombre; y el fin de dicha pulsión es el coito. Esta es la tesis que Aristófanes expresó tan elocuentemente en el diálogo “El Banquete”. Pues no, vendrá Freud a decir en sus reflexiones a las desviaciones sexuales: que no existe ningún dato natural que ligue la pulsión con el objeto. El primer capítulo de los “Tres Ensayos sobre teoría sexual” trata sobre las aberraciones sexuales y es también una dura crítica al discurso platónico —aristotélico—. Luego vino el lingüista Saussure, en sus “Tres cursos de lingüística general” a decirnos sobre la pulsión de “langue” que todos los seremos humanos tenemos, es decir; no es el lenguaje hablado el natural al hombre, sino la facultad de construir una lengua. Así Saussure estableció que el objeto de la pulsión de “langue” para un significante era el significado. Y no vio el lingüista otro fin de la pulsión de “langue” que el signo. Siempre estamos buscando un significado para cada cosa, aunque signo y significado no tengan alguna relación inherente. Luego entonces: la lengua es un sistema de signos que buscan significación, aunque esta sea arbitraria porque es circunstancial al tiempo y al lugar. “El lazo que une el significante al significado es arbitrario (Curso de lingüística general, Losada, 1945, p. 53)”. Y es aquí donde Lacan hace su entrada para elaborar su tesis saussureana de la arbitrariedad en su dirección más radical; entendiéndola como indeterminación tanto del objeto, como del fin de la pulsión del lenguaje. El resultado es la teoría de la metáfora ―tan asidua a los poetas, porque siempre están postergando la significación―. De lo anterior concluye el poeta peruano, que la metáfora y la metonimia deben ser vistas como las dos aberraciones de la significación porque el fin de ambas no es el signo sino el desplazamiento. Por lo tanto, elaborar poemas hoy en día es huir de la significación discursiva platónica y aristotélica ya superadas.
Me gusta ver la escritura y la filosofía como oficios para ejercer la autenticidad. El creador en la obra artística atestigua su individualidad. El poeta es un buscador de voz propia ―aunque en algunos casos sea negándola―. Por eso me dan una gran ternura los poetas jóvenes que asisten a un taller de poesía, y ahí, les enseñan a realizar ejercicios literarios parecidos a los del tutor, y después, sólo se dedican a imitar sin reflexión alguna. La poesía es un ejercicio del pensamiento. El oficio del poeta es lo opuesto a la imitación. Todo lo contario de la inautenticidad en el decir.
Para mí, escribir poesía es ejercitarse en el pensamiento y lanzarse a buscar la voz personal. Hoy muchos poetas jóvenes lo que buscan es sentirse parte del grupo, pertenecer a una moda. Eso es la poesía para estos. Bien por ellos. Para mí la escritura es un acto solitario: una búsqueda individual. Parafraseando a Ortega y Gasset, considero que la poesía es intimidad con nosotros mismos. ¿Qué trabajo más marginal existe hoy que el del poeta? Los poetas son los nuevos cínicos del siglo XXI. Si Diógenes hubiera existido en este inicio de siglo, seguramente no se masturbaría en la plaza pública como otrora en la antigua Grecia, sino que leería poesía en ella, es decir, en las plazas públicas (no en los bonitos recitales de poesía, o en los encuentros de poetas auspiciados por el Estado). Un poeta puede morirse literalmente de hambre si se radicaliza y sólo se dedica ejercer de poeta.
Escribo ―poesía― porque leo ―poesía―. Me apasionan las vidas de los grandes poetas. Que mejor novela que la vida de Edgar Allan Poe o Verlaine. Escribo ―poesía― porque en mis ensoñaciones me gustaría alcanzar un poco de la autenticidad que alcanzó San Juan de la Cruz o Celan. He intentado escribir ―poesía― desde los dieciséis años, he sido rechazado de grupos, de editoriales, de revistas y sigo aquí; tengo que reconocer que después de veintitrés años de escribir, sigo aquí; intentando escribir. Creo en el poder de la escritura ―de la poesía― ¿pero no sé en qué consiste? Después de tantas lecturas: no sé qué es la escritura ―la poesía―. Con los años, me he alejado de las pretensiones. Al final lo que va quedando es la alegría de leer ―poesía―, como escuchar jazz. Lo tragicómico de saberse dueño de un oficio que no sirve para nada. Un trabajo que no es trabajo. El heroísmo personal de enfrentarse libro con libro al fracaso.
A lo mejor escribo ―poesía―, porque al igual que un tipo de rock en extinción, considero que la escritura ―de poesía― es un camino para ir contra la perversidad del establishment. Una vía para ser tú mismo, lejos de la imposición. Escribo ―poesía― porque la mejor forma de destruir “el ego” es el fracaso. Escribe Derrida: “No hay poema que no se abra como una herida”. Auden decía: “…la poesía es el lenguaje más personal, el más íntimo de los diálogos con el otro”, muy probablemente por esto también escribo ―poesía―.
Escribo ―poesía―, quizá, porque no he superado la etapa metafísica de la vida (podría muy bien decir Comte). Porque creo que con la escritura ―de poesía― se puede dar algún tipo de reconciliación con el mundo, con el otro, con la vida misma.
Leo ―poesía― y escribo, porque me emociona. ¿Cómo olvidar aquellos versos de Dámaso Alonso que leí por primera vez hace veintitrés años, y hoy siguen gravitando en mi memoria:
“A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma”.
[i] León, Gto. 1978. Poeta y ensayista. Fue seleccionado para la antología "Ocho voces de Guanajuato", publicada por la Universidad Iberoamericana, plantel León (2000). Becario del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, en el área de literatura, "Jóvenes creadores (2001)". La editorial Azafrán y Cinabrio publicó su libro de ensayos: "El mito de Proteo (2008)". Asistió al taller de poesía "Aprendiz de Brujo" con el poeta Sergio Mondragón en (2010). La editorial San Roque en conjunto con Los Otros libros, publicaron su libro de poesía "El concierto Reconciliatorio (2011)". La editorial La Rana de Guanajuato, publicó su poemario: "Variaciones (y dispersiones) de la voz alcanzando el tono (2011)". La Universidad Iberoamericana, León, publicó uno de sus cuentos en la antología "Poquito porque es bendito (2013)". Obtuvo el primer lugar en el "Torneo de poesía Guanajuato 2014 (Adversario en el cuadrilátero)". Fue coeditor de la revista estatal de literatura y arte "Cosido a mano (2014-2016)". Fue seleccionado para el "Seminario de poesía Efraín Huerta del Fondo para las letras de Guanajuato (2016)". En 2017, ganó “Los Premios de Literatura de León (en el área de Poesía Libre)”. La editorial, “Ediciones sin nombre”, en 2017, publicó su libro de poesía: “Aquí no es Neverland”. Cuenta con 7 publicaciones: (tres antologías y 4 de su autoría). Ha colaborado para las revistas nacionales: "Replicante", "Periódico de poesía", “Círculo de poesía” y "Punto de partida en línea (UNAM)". Mantiene su sitio web en: http://elmitodeproteo.blogspot.mx/
LuciÉrnagas y Elegía Por: Marco Ornleas
LuciÉrnagas y Elegía
Por: Marco Ornleas[i]
LuciÉrnagas
Las palabras se encienden y se apagan:
luciérnagas.
Son como el rastro de una mujer hermosa,
el poeta enceguecido
las busca a tientas.
Elegía
Parvada melancólica de pensamientos
que vuela hacia el interior.
[i] Marco Ornelas. León, Gto. 1978. Poeta. Fue seleccionado para la antología Ocho voces de Guanajuato, publicada por la Universidad Iberoamericana en el año 2000. Becario del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, en el área de poesía, Jóvenes creadores en el año 2001. Asistió al taller de poesía Aprendiz de Brujo con el poeta Sergio Mondragón en el año 2010. La editorial San Roque en conjunto con Los Otros libros, publicaron su libro de poesía El concierto Reconciliatorio en el año 2011. La editorial La Rana de Guanajuato, publicó su poemario: Variaciones y dispersiones de la voz alcanzando el tono en el año 2011. Fue seleccionado para el 1er, Seminario de poesía Efraín Huerta, del Fondo para las letras de Guanajuato en el año 2016. En 2017, ganó Los Premios de Literatura de León en el área de Poesía Libre. La editorial, Ediciones sin nombre, en 2017, publicó su libro de poesía: Aquí no es Neverland. En 2018, fue selecciondo para la antología-muestrario de poesía (Aguascalientes-Guanajuato): "Las avenidas del cielo", editado por la Universidad Autonoma de Aguascalientes, compilación realizada por el poeta Benjamín Valdivia. Ha colaborado para las revistas nacionales: Replicante, Periódico de poesía, Círculo de poesía y Punto de partida en línea UNAM.
EN DEFENSA PROPIA / Marco Ornelas /
EN DEFENSA PROPIA
Creo poco y en pocas cosas, pero en esto, es en lo que ahora creo... Más que en la realidad estática, creo al igual como lo percibió Heráclito, en el devenir, en el constante cambio, en el ser que esta siendo. El río que corre y baña siempre es otro. Las ideas mutan y las reflexiones se transforman. Que mi pensamiento nunca tienda al autoritarismo, que no se convierta en dictadura, que no desangre la realidad, con tal de conseguir el encuadre con un sistema de creencias estéticas, morales, políticas o filosóficas cualesquiera que sean; que mi pensamiento sea flexible, sin caer en lo lacio, que mi pensamiento sea una contemplación y análisis del mundo, que mi pensamiento sea un diálogo con los hombres y conmigo mismo. Que mi pensamiento siempre permanezca coetáneo del momento histórico. Las ideas de las masas profieren mentiras, los filósofos establecen sofismas. Rechazo a lo recalcitrante, renuncio a los sofismas. Detesto los autoritarismos y creo poco en lo inmutable. Elijo el pensar libremente. En mi transitar por los vericuetos de este mundo, me he topado con los moralistas, y los moralistas me consideraron amoral, me he topado con los ateos, y los ateos me consideraron religioso, me he topado con los religiosos, y los religiosos me consideraron hereje, me he topado con los marxistas, y los marxistas me consideraron burgués, me he topado con los burgueses, y los burgueses me consideraron marxista; y todo esto, sólo porque nunca me he encuadrado a ningún sistema de creencias sin criticarlo duramente en sus fallas. O estoy con ellos y los solapo en sus bajezas, o soy su enemigo a eliminar, no hay más. Escojo el pensar libremente. El encuadramiento sin crítica desemboca en la esterilidad, las semillas estériles nunca dan fruto. Las dictaduras no tiene más vida que la espera de la muerte. Toda persona posee una cosmovisión, ya sea en su aspecto noemático, o bien, en su faz noético. Es decir, todo ser humano hereda sus ideas, o bien crea su propio conjunto de las mismas mediante la reflexión y la crítica detenida. De la herencia inconsciente a la elección conciente y crítica, elijo la segunda. Romper con lo fallido del pasado y crear superándome hacia el futuro, es el camino que decido transitar. Más que en la guarda de la tradición, apuesto por el cambio evolutivo en pro siempre. De entre las concepciones del mundo más importantes como lo son: la idealista, la realista, la teocéntrica, la pesimista, la voluntarista y la existencialista, mi balanza se inclina hacia el existencialismo, y quizá, se incline todavía más, hacía el existencialismo del francés Gabriel Marcel. A la pregunta metafísica, ¿qué existe?, contestaré con otra pregunta: ⎯“¿Quién existe?”⎯. Y para contestar a esta pregunta me apoyaré en el argumento del filósofo alemán Martin Heidegger, del “Dasein” contestaré: yo existo, pero inmerso en la realidad mundana. Yo existo, pero mi existencia esta en el mundo. Soy en el mundo, por lo tanto el hombre puede entenderse como un “ser en el mundo”, “el ser ahí”, o como establece Camus: “Puedo sentir mi corazón y juzgar que existe. Puedo tocar este mundo y juzgar también que existe. Ahí termina toda mi ciencia y lo demás es construcción” El hombre es arrojado al mundo desde que es viable (viable que se desprende del seno materno con vida). El hombre es el lugar en donde se elucida y se manifiesta el ser. Lo típico del hombre es la existencia y estar arrojado en el mundo. Lo común del hombre es vivir en una maraña de relaciones. El hombre es cuidado, libertad, trascendencia y temporalidad. Lo auténtico del hombre dice Heidegger, es que es un “ser para la muerte”. Por lo tanto, Y mundo. Estar en el mundo es vivir. Vivir es encontrarse en ese arrojo con cosas, con idealidades, con situaciones específicas y resolverlas. Vivir es fluir en el tiempo, vivir es encontrarse con lo otro y los otros. Yo y el mundo existimos de manera inquebrantable. Vivir pues, es estar en el mundo. Vivir es el transito para la muerte. Vivir es elegir. Ser en el mundo es vivir. Descreo totalmente que se pueda captar con la razón humana el fundamento último. Dudo mucho que la realidad del mundo y del hombre puedan resumirse en un concepto. Me convence más, pero no del todo la realidad irracional. Me siento inhóspito en los pensamientos absolutistas. Descreo sobremanera de pensadores como: Leibniz y Hegel. Siento más calidez en filósofos como: Marcel y Heidegger. Más que negar los alcances de la razón, reconozco sus limitaciones. Si el racionalismo tergiversa la realidad, entonces elijo las descripciones de las vivencias existenciales, quizá, me inclino por la fenomenología, o por algo muy parecido a la fenomenología como vía de conocimiento. La duda conduce a la seguridad, estableció René Descartes. Más que acercarme al nihilismo, me distancio de la postura de aceptar todo sin haberlo pasado por el embudo del análisis. La crítica es el abono de la ideas del hombre. Mi vida, la vida del hombre, es un tránsito, un viaje, totalmente una aventura. Me atraen profundamente los viajes. Odiseo es mi signo y Proteo mi vía. Es necesario lanzarse a buscar como un viajero para encontrar nuestra Ítaca. Sin duda creo que las conquistas le rinden tributo a los fracasos. No me convence del todo la teoría de los valores preestablecidos, creo más que la existencia es anterior a la esencia. El hombre antes de todo existe y después se define. Encuentro más elocuencia en la teoría del hombre envuelto en situaciones, y resolviéndolas, y así, dando a luz a los valores, que valores que le anteceden. Creo más en el recogimiento personal que en la objetividad para resolver los dilemas hombre-mundo. Los hombres actúan y sus acciones se convierte en actos loables o viles. No somos espectadores, somos protagonistas. No somos maquinas que acatan funciones, somos humanos con libertad. Por supuesto que algunas acciones de los hombres son imitables, porque somos seres de experiencia, historia y decisión; pero el momento histórico es cambiante siempre. Acepto que algunos actos de los hombres excepcionales han transgredido las barreras del tiempo, y su actuar sigue siendo hoy digno de emulación. El ejemplo de uno de estos hombres extraordinarios fue el de Jesucristo: la kénosis de Dios. La Divinidad que se hizo Hombre, y su pedagogía no fue otra, que crear actos que se bautizaron con la palabra amor. Él vivió el amor, lo describió con sus actos, sus teoremas fueron sus acciones. Desechó los códigos y renunció a las fórmulas. Resolvió su drama con la única acción que probó toda su vida: el amor.
* * *
“Ama y haz lo que quieras” concluyó el obispo de Hipona, siguiendo el ejemplo del resucitado. La axiología se fundamenta más en acciones loables que en leyes maquinadas por el cerebro humano que en la mayoría de los casos nada tienen que ver con la realidad. Mi fe está puesta en el Nazareno, pero mi debate sigue vigente contra las anomalías de las instituciones que lo representan. Los hombres no somos Dios, debemos de criticarnos para liberarnos de nuestros errores, la crítica no es un juicio, los juicios implican sentencias: absolución o castigo, la crítica sólo concluye, analiza: trata de corregir los posibles errores. Criticar no significa dejar de amar, sino fortalecer lo que amas. Las iglesias son gobernadas por hombres, los hombres no somos Dios, nos equivocamos, debemos bajar la cabeza ante nuestras equivocaciones. La fe religiosa no es una herencia sino una elección. Elijo la kénosis de Dios, el resucitado. Ser un coetáneo del momento histórico es lo que anhelo ser siempre. Se me hacen ridículos los anacronismos nostálgicos. El tiempo pasado nunca es mejor, en todos los momentos de nuestra vida siempre habrá tristezas y plenitudes. Habito en el siglo XXI, en el momento histórico que se ha denominado posmodernidad. En la posmodernidad, se tiene experiencia e historia de que no existe la verdad absoluta, de que no existe una historia universal de la humanidad.
* * *
Pero ¿qué existe a cambio? la diversidad racial, la diversidad sexual, la diversidad religiosa y la política. Todos existimos y coexistimos en este mundo, el diálogo es la salida para las diferencias, el consenso es mejor que Auschwitz o el Gulag soviético. Apuesto por la Belleza, creo en la Belleza que salva. En la redención del hombre por el arte. Creo poco y en pocas cosas, pero esto es, en lo que ahora creo.
JULIO CORTÁZAR EL PERSEGUIDOR / Marco Ornelas /

JULIO CORTÁZAR
EL PERSEGUIDOR
Marco Ornelas
“Sé fiel hasta la muerte”, escribió Juan de Patmos en su Apocalipsis 2, 10. Cortázar lo toma para abrir el cuento El perseguidor. ¿Qué era lo que buscaba el saxofonista drogadicto y bohemio con su fidelidad al jazz? ¿Por qué Johnny Carter, renunció a todo, hasta su vida, pero siempre le fue fiel a su música? ¿Qué encontraba este negro jazzista en su experiencia musical para no traicionarla nunca?.
Julio Cortázar, además de escribir éste portentoso cuento: El perseguidor,
elevó su narración literaria a las alturas filosóficas. El relato cortaciano además de ser en suma placentero, esta sombreado por preguntas metafísicas que se van planteando a lo largo del cuento. El formato de la narración es llevado por la visión de un crítico de jazz y a la vez biógrafo del artista. Bruno, “el amigo” Bruno, nos va contando la historia de Johnny Carter, pero su crónica es sólo eso, una narración ordenada de la vida del jazzista, una enumeración de anécdotas, de vaivenes, de peripecias de la vida del músico. El que realmente habla y hace discurso en el cuento es Cortázar, desdoblado por su protagonista. Dudo mucho que el discurso que nos despliega Julio, el nacido en Bruselas, pero argentino por vivencias sea una ficción como su cuento. Más bien creo, que su cuento es un medio para desarrollar su pensamiento por lo menos en esta obra maestra. El narrador Bruno, desaparece junto con Dédée, la marquesa, Lan y otros, cuando Cortázar, habla por voz del negro prodigio. Esta lacónica historia le sirvió al autor de Rayuela, para decir, para mostrarnos sus entrañas teoréticas sobre el ser del arte.
En éste cuento percibo, o por lo menos esa es mi mirada de contemplación de esta obra literaria, una fenomenología estética. Ahora que rememoro la lectura del El perseguidor para escribir estas líneas, recuerdo que lo que me iba atrayendo de las palabras cortacianas, no era su maestría de la técnica narrativa, sino su pensamiento expresado en éste pobre y grandioso personaje. Verdaderamente lo que me hacia más sensual y placentera esta historia, era la lectura entre líneas, las ideas por demás coloridas del pensamiento arco iris de Julio Cortázar. Su verdad, que no era la Verdad del filósofo expuesta en un sistema, se difuminaba en la asistematización de un personaje ficticio. Para hablar del arte basta con hablar de los artistas y sus obras, sobran las fórmulas abstractas. Para hablar de lo importante basta con susurrar un poema o cantar una canción. Para decir te amo, basta mirar enamoradamente.
Julio Cortázar, escribió éste cuento para discurrir sobre la experiencia artística. Para escarbar en lo más hondo de la vivencia del creador de arte. Johnny Carter, es la máscara de donde sale el pensamiento de Cortázar. El argentino encontraba en la experiencia del arte un sentido para su vida, una respuesta para sus preguntas más intimas de ser humano. Las búsquedas de Carter, son las búsquedas de Julio. Las preguntas que se planteaba el saxofonista Johnny, fueron las mismas que se planteó Cortázar. Johnny Carter, fue fiel hasta la muerte, porque en su música encontraba las respuestas metafísicas, sólo profundizando en ella se le develaban los misterios del ser. Sólo trasgrediendo los límites, abandonando todo, hasta su propia vida, encontraría el sentido último de la existencia. Sólo Carter, bañado en su creación musical cruzó a la otra orilla, abrió “la puerta” Si para llegar a Dios, o desvelar los enigmas del ser, los hombres desde tiempos remotos han elaborado escaleras,sistemas y religiones. Carter renunció a todas la vías, el quiso caminar porel sendero solitario.
“No tiene ningún mérito pasar al otro lado porque él te abra la puerta. Desfondarla a patadas, eso sí. Romperla a puñetazos, eyacular contra la puerta, mear un día entero contra la puerta...”, se lee en El perseguidor.
PENSAMIENTO PROPIO / Marco Ornelas /

PENSAMIENTO PROPIO
Marco Ornelas
En filosofía no existe a la fecha el Arthur Rimbaud del pensamiento. La poesía puede jactarse como una de las disciplinas humanas, que tuvo en sus arcas a un gran artista pese a su juventud. Es cierto, sólo en algunos casos excepcionales los jóvenes han tenido hallazgos con el pensamiento, David Hume publicó su Tratado de la naturaleza humana, a los veintiocho años de edad, y Schelling, a los veinte, era ya Doctor en teología y filosofía. Pero Kant, dio a luz su tríada filosófica hasta los cincuenta y siete años de edad. Es evidente, el pensamiento madura lentamente. El joven poeta Rimbaud, sin embargo, en los veinte años de edad dejaba huérfana a su literatura, y la inmortalidad la acogía como una de sus hijas predilectas. La gestación de las ideas del hombre va a paso senil y doloroso. Es complicado pensar y re-pensar. A Karl Marx, le llevó toda su vida esculpir su sistema, el Materialismo-Dialéctico. ¡Es pesado pensar, ah de la
vida!1. Hay filósofos que se quedaron deambulando en los senderos del pensamiento. Nietzsche por ejemplo, nunca encontró el camino de regreso a la lucidez. A las ideas hay que sembrarlas, regarlas y dejar que fruten. El fruto maduro es el más degustable siempre.
Si esto es verdadero como he tratado de mostrar, entonces ¿qué le queda al pensador juvenil?, ¿callarse acaso?
Recuerdo que hace no mucho tiempo, sostenía una discusión con amigos llena de vehemencia y citaba a ciertos autores; la controversia seguía, y yo los seguí citando apoyando mis ideas en ellos (Ortega y Gasset, Sartre, en fin, grandes pensadores) en eso, una conocida
⎯bella por cierto⎯, que participaba en aquel debate me inquirió violentamente y dijo:⎯”Tú siempre citas, ¿qué no tienes un pensamiento propio?”⎯. En ese momento no supe qué responder, quedé inerme ante tal escudriñamiento. Reflexioné luego sobre aquella acalorada polémica y me pregunté: ⎯”¿De veras no tendré un pensamiento propio?”⎯. La conclusión a la cual llegué fue (es) esta: Pensamiento propio, ¿qué significa tener un pensamiento personal?, ¿quiénes son los
hombres que han tenido un pensamiento auténtico? Según varios diccionarios, “propio” significa, que es sólo de una persona y nadie más, que es característico de alguien, que le pertenece únicamente a él. De lo anterior puedo concluir, que el pensamiento propio es aquel que sólo le pertenece a un pensador, que ese conjunto de ideas únicamente son de dicho reflexionante; y que las influencias de ideas de otros pensadores le han servido para recrear de manera tal las
suyas, que ya sólo le pertenecen en especial a él. Y ¿quiénes son estos hombres? Considero sin temor a equivocarme de lo expuesto anteriormente a: Heráclito y su devenir, Parménides y el principio de identidad, Sócrates y su mayéutica, Platón y las ideas innatas, Aristóteles y su hilemorfismo, San Agustín y la teoría de la iluminación, Descartes y su inmanencia, Leibniz y la monadología, Kant y sus críticas, Hegel y lo absoluto, Comte y su positivismo, Husserl y la
fenomenología, Bergson y su evolución creadora, entre otros pocos pensadores inmortales. De ahí en más, todos los restantes hombres vivimos como huéspedes de las ideas ajenas. Vivimos de las ideas generacionales y culturales, vivimos de las ideas heredadas. Eminentes letrados nacidos en México, como Samuel Ramos y Octavio Paz se
atrevieron a cuestionar si verdaderamente hay un pensamiento mexicano, y si existe una filosofía auténtica mexicana. ¡Es pesado pensar, ah de la vida! Es verdad, han existido y existen en nuestra República mexicana grandes hombres de ideas; tenemos el caso de Francisco Javier Clavijero, Justo Sierra, Gabino Barreda, Antonio Caso, José Vasconcelos, Emilio Uranga, por mencionar sólo algunos. Aunque tampoco podemos negar que todos ellos se alimentaron fuertemente de las ideas occidentales, es decir, de los filósofos europeos. En nuestro país, gran parte de la gente vive de las ideas heredadas del clero español católico, y la otra pequeña minoría, vive también de la tradición liberal heredada del viejo continente. Expuesto lo anterior, re-pregunto, ¿qué le queda al pensador juvenil?, ¿callarse acaso?,
¿y si será inauténtico citar? Ya demostré que no se puede manejar a la ligera lo de tener un “pensamiento propio”, porque son pocos quienes lo han tenido a lo largo de la historia de la humanidad. Entonces ¿es inauténtico citar? Considero que no, que es mucho más inauténtico no citar, por pretender tener un pensamiento propio, y no percatarse de que todo el bagaje de esas ideas han sido y son producto de la herencia, del momento histórico, y de la endoculturación
televisiva. Sólo pocos filósofos excepcionales han tenido pensamiento propio. El pensador joven
bien puede construir su conjunto idiomático con cimientos poderosos, apoyándose en los filósofos inmortales.
Lo que le dará autenticidad al pensador joven será la elección. Elegir entre el idealismo kantiano o el raciovitalismo, elegir entre la dialéctica hegeliana o el existencialismo: elegir. Con la elección dibujamos nuestro paisaje personal. Para elegir hay que conocer, mirar hacia la montaña gigante de las posibilidades y decidir. La decisión escribe los versos del gran poema del Ser. El que no conoce no puede refutar. Al que no decide la sombra del miedo lo envolverá
hasta hacerlo un juguete de las circunstancias. La apuesta corona bellamente al ser. Y si del grande mar de las ideas no ha emergido todavía el Rimbaud del pensamiento ¿qué le queda al joven reflexionante? Estudiar y conocer los diferentes caminos del pensar. Cimentar sus ideas en pensadores inmortales. Elegir conscientemente un camino del pensar y
no ser producto de la endoculturación inauténtica. Ensayar sus ideas, escribirlas y así aclararlas. Sembrar la semilla del pensar en su persona, esperar amorosamente ver en el futuro si su fruto se convierte en alimento degustable.
CHAVAS: FAJEN, NO AMEN. El recuerdo de un texto de Eusebio Ruvalcaba / Marco Ornelas /

CHAVAS: FAJEN, NO AMEN
El recuerdo de un texto de Eusebio Ruvalcaba
Por: Marco Ornelas
Recuerdo bien. Aunque han pasado dieciséis años, recuerdo bien. Cómo olvidar esta frase: Chavas: fajen, no amen. Tenía yo veintidós años y cursaba el noveno semestre de la carrera de leyes. El penúltimo semestre para terminar mis estudios. Fue en la materia de derecho administrativo, con el Lic. Juárez ―una asignatura para dormirse, que además nos impartían los viernes de las 12:00, a las 13:00 horas, la última hora de clase, y la última hora para terminar la semana―. Me acuerdo que desde la prepa empecé a cargar con mis libros de: poesía, filosofía, cuento y ensayo (lecturas que desde siempre me han acompañado en los momentos más aburridos de la vida). En la Universidad seguí con esta costumbre que adquirí en la E.P.L (Escuela Preparatoria de León). Los libros desde entonces han sido para mí una forma de la fuga. Cuando las clases se volvían insufribles, yo, de manera furtiva, sacaba poco a poco uno de mis libros de la mochila. Lo subía al pupitre y con mucha diligencia cuidaba de que el maestro no me viera. Todo lo demás era fruición: leer y leer. La clase transcurría y yo concentrado en la lectura me hacía uno con las palabras. Seguro que la lectura es una forma de huir, la huida le podrían llamar los monjes en oriente. Pocas veces los maestros preguntaban qué era lo estaba haciendo. Con el tiempo corroboré que leer es una forma de desaparecer. Alguna vez pensé en forrar mis libros clandestinos con una copia de la portada de los libros de la asignatura, para así hacerlos pasar de contrabando por la materia. Leer también es una forma del desafío: una aventura en medio de la rutina de la vida. Nunca lo realice.
Bueno, les decía que fue en la clase de derecho administrativo, cuando el Lic. Juárez me inquirió y dijo: “¿qué lees Marco?” Le contesté con una sonrisa flagrante: “una revista”. El maestro Alberto Juárez era un abogado muy sui generis, una persona culta, al que le gustaba mucho el arte, el teatro y la poesía, pero que tenía una fama de haber corrido a varios de la facultad por estricto, me volvió a preguntar: “¿De qué es la revista Marco?”. “Es de rock” ―le dije. “Muy mal Marco, ―replicó molesto el profesor”. “Es viernes Licenciado, discúlpeme por favor” ―le supliqué. “Entrégame la revista” ―mandó el maestro. Me levanté y fui directo a la esquina donde el Licenciado Juárez permanecía de pie.
Tomó la revista en sus manos y para mi sorpresa, leyó fuertemente el texto del delito:
“Chavas: fajen, no amen. Porque sí, porque se lo merecen. Sentir su cuerpo, el de ustedes, a través de la mano de un hombre. Sentir que pueden conocer a un galán por la forma en que las toca, con ternura, con delicadeza o de plano con pasión desmesurada, como ustedes quieran, pero siempre al gusto de ustedes. Fajen, no amen. Amen si quieren, pero no se priven de fajar por no amar. Los hombres nunca lo hacemos. (La Mosca, año 7, número 43, México, D.F.)”.
En ese momento, después de oír al maestro me sonroje, pero la sorpresa no fue de vergüenza sino un triunfo: una victoria. Sabía que me la estaba jugando, pero no pude mantener la risa. Imaginen ustedes la escena: una escuela católica. Con valores sobre la virginidad femenina y la represión, y que de repente, un maestro, en una clase, en la facultad de derecho, sí, de derecho, les profiera a las mujeres: que merecen y deben disfrutar su cuerpo. El acto no pudo haber sido más provocador. Toda una reivindicación feminista.
La lectura del maestro Juárez, ahora que la rememoro, fue como un happening situacionista. El sólo pensar en lo que habría pensado Guy Debord ante semejante acontecimiento, me sigue divirtiendo. Sobra decir, que esta pequeña lectura-alegría en el absurdo de la vida, se la quedé a deber siempre al buen Eusebio. A don Eusebio Ruvalcaba y su sección Hilito de sangre.
[i] MARCO ORNELAS (León, Guanajuato, 1978). Poeta y ensayista. Fue seleccionado para la antología Ocho voces de Guanajuato, publicada por la Universidad Iberoamericana, plantel León (2000). Becario del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, en el área de literatura, categoría jóvenes creadores (2001). La editorial Azafrán y Cinabrio publicó su libro de ensayos: El mito de Proteo (2008). Asistió al taller de poesía Aprendiz de Brujo con el poeta Sergio Mondragón (2010). La editorial San Roque (actualmente Los Otros Libros) publicó su libro de poesía El concierto reconciliatorio (2011). En Ediciones La Rana apareció su poemario: Variaciones (y dispersiones) de la voz alcanzando el tono (2011). La Universidad Iberoamericana, plantel León, incluyó uno de sus cuentos en la antología Poquito porque es bendito (2013). Fue seleccionado para el Seminario de Poesía Efraín Huerta del Fondo para las Letras de Guanajuato (2016). Obtuvo el primer lugar en el Torneo de Poesía Guanajuato 2014 (Adversario en el cuadrilátero); y recientemente su colección de poemas bajo el título de El insomne es un animal que blasfema ganó el X Concurso de Poesía Libre, auspiciado por el Patronato de la Feria Estatal de León 2017. Coeditor de la revista estatal de literatura y arte Cosido a Mano (2014-2016), ha colaborado para las revistas nacionales: Replicante, Periódico de Poesía, Círculo de Poesía y Punto de partida (en línea, UNAM). Mantiene su sitio web en: http://elmitodeproteo.blogspot.mx/
GABRIEL MARCEL EL PASO DE LA EXISTENCIA AL SER /MARCO ORNELAS /

GABRIEL MARCEL EL PASO DE LA EXISTENCIA AL SER
Por: MARCO ORNELAS
Creo en el discurso filosófico y en la biografía del filósofo. Creo que el pensamiento y la vida edifican el Ser, hacen el todo, no hay escisiones entre pensar y vivir. De la coherencia brota la autenticidad. Marcel pensó y actuó, y actuó como pensó, por eso floreció su integridad. Al novelista y al poeta se les puede dividir su obra de su vida, hay poetas hiperbólicos y novelistas de ciencia ficción, la estética misma les descubre estas aguas para que ahí naden. Al filósofo, no. Pienso que este mismo ensanchamiento le puede caber al hombre masa, aquel que no habita en la intimidad ni con su vida ni con su pensamiento, que vive manejado por sus impulsos, que vive actuando al ahí se va, aquel que las circunstancias le viven la vida, aquel que no se preocupa por buscar una respuesta a su vivir-existencial. Al filósofo, no. El hombre que contempla el mundo desarrolla en conjunto: axiología y epistemología o epistemología y axiología, sea filósofo en estricto sentido o pensador asistemático, a estos dos seres no se les pueden dar concesiones entre decir y actuar. Filosofía y hacer hacen la síntesis probatoria del hombre filósofo. Bien declaraba Kierkegaard: “Tengo que hallar una verdad que sea positiva y verdadera para mí, una idea por la qué vivir o morir”. Si la crítica de la modernidad minó fuertemente los cimientos de la razón, y las pruebas racionalistas ya no convencían; ahora lo que iba a importar era la verdad moral. Si las verdades lógicas yacían en el suelo, lo que importaba ahora era ser. La autenticidad. El filósofo tendría que decir: “Yo soy”, y no “yo conozco”. La prueba de su discurso sería su vida. Ahora la vida se empezaría a ver estéticamente. El propósito del filósofo existencial consistiría en hacer de su vida una obra de arte. Gabriel Marcel se encaminó por este vericueto; la metafísica para el discurso marceliano no es otra cosa que el desvelamiento de los misterios. Pero por esta vereda del pensar, ¿se podrá elaborar un sistema cerrado? La respuesta de Marcel fue un no. La vida integral del hombre es mucho más que un concepto. La humanidad y su complejidad son más que una ecuación filosófica, por eso toda su obra es asistemática; sus libros son un diario, ensayos y obras teatrales. Todo está deviniendo. “Nadie se baña dos veces en el mismo río”; diría anteriormente Plutarco parafraseando al ciudadano de Efeso. El hombre es un poema no terminado, una escultura que hay que ir esculpiendo cincelazo a cincelazo. Su misma realidad inacabada desvela que sus creencias y su vida misma padecen del virus de la fragilidad, ésa es su condición. Toda creencia y toda vida pueden desmoronarse. Por eso hay que estar construyéndose, eligiéndose a diario, cuidando su situación, sólo así se pueden mantener firmes los cimientos de su obra de arte. Y si se derrumban recomenzar a construir. El hombre es un peregrino, Homo viator. En este punto Marcel, se acerca a los existencialistas. Sartre, lo clasifica junto a Jaspers, como existencialistas cristianos. El hombre es un proyecto que se vive subjetivamente, plenamente responsable, y su
libertad lo crea. Aunque a Marcel se le considera como el primer filósofo de la existencia debido a que, en 1914, tituló uno de sus artículos Existence et Objectivite donde expuso tesis existencialistas. Es quien más se acerca al filósofo danés, pero se sabe que no había leído al autor del Concepto de la angustia cuando ya había desarrollado algunas de sus ideas fundamentales. Al principio de sus incursiones con las ideas existencialistas, Marcel, toleraba que lo llamaran existencialista para posteriormente repudiar ese calificativo por el riesgo de que se le confundiera con Sartre. Él decía profesar un neosocratismo-cristiano, calificativo con el cual lo bautizó uno de sus discípulos en sus tertulias. Hay que creer más en el hombre que en las instituciones. Gabriel Marcel fue un alumno brillante aunque nunca fue maestro en la Universidad. Hay que creer más en los maestros ejemplos que en el prestigio de la Universidad. Hay que creer más en el hombre que en la camiseta de un equipo. Marcel creía en el ser único e irrepetible de cada ser humano. El pensamiento marceliano que empezó por la línea idealista desembocó en el análisis fenomenológico, sus observaciones no son racionalistas sino descripciones de las vivencias existenciales. Su filosofía es subjetiva-existencial. Lo que motivó al francés fue lo concreto, rechazando así las abstracciones. Al autor laureado con el Goethe de la ciudad de Hamburgo,se le considera un filósofo católico aunque de una manera muy singular. Marcel, converso al catolicismo en 1929, no camina por los senderos de la filosofía católica tradicional, él va por su propio camino siendo congruente con su pensar y vivir, y escribiendo su gran obra de arte, su prueba filosófica. No coincide con la filosofía escolástica tradicional; pero su pensamiento se puede considerar como un vigoroso replanteo y solución dentro del marco de la filosofía cristiana, a partir de problemas propios del siglo XX, tales como la persona, las relaciones interpersonales, la intercomunicación, la angustia, el amor y la libertad; en este sentido se acerca más al pensamiento personalista que a Sartre y Heidegger. Cabe aclarar que su filosofía no depende de su fe católica, el Diario metafísico se publica en 1927 y hasta dos años más tarde él se convierte. Su reflexión filosófica lo llevó al encuentro del cristianismo y no al revés. La lucidez metafísica del autor de Los hombres contra lo humano lo llevaron a converger con los postulados del resucitado. Después de su bautismo, Marcel es un católico fuera de serie, amigo de ateos, respetado por los círculos intelectuales de París, maestro ejemplar sin cátedra en la universidad, viajero del mundo, amante intenso de su esposa Jaqueline Boegner (fallecida en 1947) Gabriel Marcel es el testimonio del hombre religioso moderno; Cioran, su amigo y vecino, lo exalta en Gabriel Marcel apuntes para un relato. Crítico exacerbado de los errores de la Iglesia y gran devoto de Cristo. El músico, dramaturgo y filósofo Marcel, mantenía en sus tesis que las personas sólo pueden ser comprendidas en las situaciones específicas en las que se ven implicados y comprometidos, por tal situación la filosofía no es objetiva, los problemas filosóficos no pueden resolverse como un problema matemático. En la filosofía los enigmas humanidad-mundo se resuelven personalmente en una actitud de Recogimiento; en ese acercamiento profundo al misterio, la solución es personal. La reflexión primaria es para resolver los problemas y la reflexión secundaria para resolver los misterios. “No estoy asistiendo a un espectáculo” soy yo el actor, la respuesta cambia si es otro ser humano el que se encuentra en tal o cual situación. Para Gabriel Marcel existe paralelamente al Problema y Misterio el Ser y el Tener. Sólo las cosas se pueden objetivizar y poseer, el ser humano nunca. El hombre existe en el ser, participa del ser, se comunica con los demás gracias a su mutua apertura en el ser. El ser es el ambiente propicio de la existencia personal, y no separa sino que une. Desde mi existencia personal puedo reflexionar, ahondar en mi mismo, y captar al ser, por el cual se realiza la comunicación con las demás personas. No se puede decir lo que es el ser, no se puede expresar y objetivizar; su conocimiento nunca es exhaustivo; pero se puede experimentar como una profundidad que nos supera y nos incluye. El hombre que todavía no llega al nivel del ser trata a los demás como objetos, como un tener, con esto revela que todavía no ha cruzado el umbral de la existencia humana auténtica y personal. La filosofía de Marcel es el paso de la existencia al Ser.
Toda persona no vive a un nivel humano, hasta que se encuentra con sus semejantes en el plano del ser, cuando trata a los demás como objetos, los trata como ellos o él, no como un yo y un tú, sino que los separa de su presencia humana. Saber tratar al otro como un tú es el fruto de la maduración existencial, porque sólo así ese yo y ese tú pueden convivir. “Esse est co-esse” (existir es coexistir). El Nosotos nos lleva a la victoria luminosa que nos abre la ventana hacia el Tú Divino. Según nuestro autor existe una conformidad esencial entre el cristianismo y la naturaleza humana. En la oración personal y comunitaria de los apóstoles se revelaba Cristo, y en el hijo se nos revela el Padre Dios. En el yo, en el tú, en suma: en el Nosotros culmina la humanidad chispazo de Dios. O como versa la expresión marceliana: “Yo espero en Ti, para Nosotros”. Pero para que el árbol humano pueda dar este fruto necesita del Compromiso y de la Fidelidad, más allá de los momentos y situaciones en que nos veremos implicados en nuestra vida, manteniendo la Unidad y la Permanencia; sólo llegando a este momento se le podrá proferir a un ser: “Te amo tú nunca morirás” (Gabriel Marcel dixit).
MORAL INTELECTUAL POSMODERNA / MARCO ORNELAS

MORAL INTELECTUAL POSMODERNA
Marco Ornelas
Comenzaré esta lucubración con la famosa frase hecha por el gran filósofo de la antigüedad: Aristóteles, el cual, en su momento, espetó: amicus Plato sed magis amica veritas (soy amigo de
Platón; pero más amigo de la verdad). ¿No es esta frase bandera de la moralidad intelectual más alta? El pensar que alguien como el estagirita ⎯que pasó muchos años como discípulo de
Platón⎯, sentenciara que prefería la Verdad más que a la amistad. ¿Acaso no se convierte este acto en un valor esencial en la línea axiológica del hombre que se dedica al estudio de las
ciencias, las letras y el arte; es decir, el intelectual? Quizá esto pueda parecer violento para alguien que tiene la amistad como culminación ética, pero no para un intelectual y menos para un filósofo que tiene como sentido último de vida la conquista de la Verdad. ¿Pero qué es la Verdad o quién la detenta? Cuestionarán ustedes acertadamente, motivo que me llevará a replantear todo lo anterior. Diré en este nuevo planteamiento que, hablar de la Verdad, implica absolutismo. Y los absolutismos traen como consecuencia inherente luchas cruentas, despotismo y dogmas. Miremos sólo hacia el pasado (los cientos de homicidios a cargo de la Inquisición, en defensa de la Verdad de Dios, proclamada por la Iglesia; la revolución sangrienta y los Gulag de los bolcheviques, en pro de la Verdad del socialismo). Me pregunto, ¿tendrá validez alguna en estos momentos la disyuntiva planteada por el filósofo griego? ¿El estar de lado de la Verdad como fundamento previamente establecido, no implica estar de lado de los absolutismos como ya lo fotografió la historia? ¿Cuál es, entonces, la moral del intelectual en esta época y en esta circunstancia, y más, con toda la herencia del pasado que tenemos por maestra? A lo mejor, en el momento histórico de Aristóteles, en la época antigua, donde se dieron los grandes sistemas y cada pensador pretendía haber encontrado la Verdad, el ejemplo del griego fue una máxima incuestionable; pero ahora no podemos cerrar los ojos y dejar de vislumbrar el error cometido por el pensador de Estagira, y mucho menos ahora, después de haber presenciado el derrumbe de dichos sistemas; el pensar así es la carretera que conduce al paraje llamado absolutismo. La verdad que ahora se está considerando como “cultural” no nada más se revela en el ensimismamiento del filósofo, creo que también se elabora en el diálogo con el otro, con el Tú, en el Nosotros, pienso que ahí es donde florece en plenitud. En este sentido, creo que Sócrates, y su mayéutica, institucionalizaron un buen camino para la elaboración de la verdad: el diálogo entre los hombres. La verdad no está ahí esperando afuera, la verdad se elabora. Hemos pasado de las verdades absolutas, a las verdades de razón, de las de razón, a las científicas. Nos encontramos en el siglo XXI, en la etapa histórica que se ha bautizado como posmodernidad, la Verdad con mayúscula ha quedado atrás, ahora las verdades culturales (aquellas que están expuestas a las contingencias de época y costumbres de cada momento histórico) son las que se encuentran vigentes. En todo lo que va de la historia humana nunca hemos llegado a encontrar el fundamento total. Nuestras certezas se derrumban, las opiniones varían, el mundo se presenta divergente. Lyotard, habla del fin de las metanarrativas, lo cual para el escritor mexicano Carlos Fuentes, da origen a las multinarrativas. Nos vislumbramos en el campo de lo diverso. De las diferencias morales, de la diversidad política, de la diversidad religiosa y también, de la diversidad sexual. Nuestra circunstancia concreta de esta época, nos hace el pedimento de dejar atrás los lastres perniciosos como lo son: xenofobias, chovinismos, machismos, cerrazón y absolutismos. Nos encontramos en el sitio de las certezas lacias. Entonces, ¿cuál podría ser la moral del intelecto en esta época posmoderna? De acuerdo a lo anterior considero, el de la aceptación de las diferencias mediante el diálogo razonado, es decir, el consenso. El de la revisión con lupa para cuestionar todo, pero no en forma escéptica sino en vía de búsqueda de la mejor figura que se pueda elaborar no repitiendo crueldades del pasado. El intelectual, necesita de la tolerancia si otro le hace ver sus errores, de la humildad para transformar sus ideas. Acordémonos que, si pretendemos armar esa gran figura de la verdad cultural a nuestro gusto, muchos no tendrán cabida, demasiados serán exiliados de nuestro sistema. Ningún otro tendrá un lugar más que los adeptos, por lo tanto, todos los demás serán enemigos a eliminar (lógica del absolutismo, guerras, despojos, etc.).
un poema de Pessoa / MARCO ORNELAS /

ODA XXVIII
Marco Ornelas
El poeta es un fingidor. ¿Qué fue lo que realizó Pessoa con sus versos? Fingir; ser otro, otros. Es de saber popular que Fernando Pessoa cultivó una serie de heterónimos que paseaban paralelamente, en dimensiones alternas, por las mismas calles de Lisboa. En los heterónimos descubrimos poetas reales, voces propias y seres independientes. Escribió Octavio Paz que nada en la vida de Pessoa fue extraordinario, «nada, excepto sus poemas (El desconocido de sí mismo)» Sus poemas ―extraordinarios― los salvaron del anonimato: la poesía salvó a Pessoa.
Muchos conocen sus poemas desdoblados por Alberto Caerio, Álvaro de Campos y Ricardo Reis, entre otros. Sólo algunos conocen la semblanza de cada heterónimo; pero muy pocos conocen el estilo literario de sus poetas. Por ejemplo, para José Saramago, Ricardo Reis fue el alter ego de Pessoa; o por lo menos así lo mostró en la novela El año de la muerte de Ricardo Reis. ¿Quién fue Ricardo Reis? Según el baúl de manuscritos de Pessoa, Ricardo nació en Oporto el 19 de septiembre de 1887, a las 16:05 de la tarde (aunque su fecha correcta es inexacta porque el mismo Fernando mencionaba varias). De piel morena mate, con 1.70 metros de estatura y médico de profesión. Según su creador, Reis fue educado con los jesuitas, aunque terminó aborreciendo el cristianismo. Creyó en el poder de la monarquía y tuvo principios conservadores, motivo por el cual tuvo que exiliarse en Brasil. Consideraba que nadie es dueño de la verdad absoluta y para él todo era relativo. Pudiera decirse que sus ideas coqueteaban con el epicureísmo y el estoicismo. Muchos de sus breves poemas están cargados del carpe diem horaciano: Dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero. Poeta pagano, defensor de la disciplina literaria y la forma. Sin duda influido por los poetas latinos: neoclásico. Misántropo, prefirió los géneros clásicos altamente elaborados como el epigrama, la elegía y la oda, en suma: Ricardo Reis creyó en la forma.
Reis es el heterónimo que más se aproximaba a su creador, tanto en el aspecto físico —fue moreno, de estatura media, caminaba algo curvado, era magro y tenía apariencia de judío portugués (Fernando Pessoa tenía ascendencia judía)— como en la manera de ser y en el pensamiento.
Según Federico Reis, la filosofía en la obra de su hermano se resume en un epicureísmo triste. Reis, a diferencia de sus hermanos heterónimos, fue un ratón de biblioteca, conocedor de la mitología antigua, escribió en heptasílabos y endecasílabos.
Para muchos estudiosos de la obra de Pessoa, Ricardo Reis es solamente un heterónimo más, para otros, una realidad tangible, tan exacta en genio y figura, como el Juan de Mairena de Machado. Según Octavio Paz, la poesía de Reis es como un dibujo lineal, preciso y simple. Para comprobar lo anterior, a continuación analizaremos un poema de su autoría:
Para ser grande, sé entero: nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.
Así la luna entera en cada lago
brilla, porque alta vive.
Al vislumbrar este paisaje literario de Reis, encontramos un poema breve de seis versos, con una media silábica de decasílabos. Poema sin título. Rozando los linderos del aforismo. Aforismo que abandona sus territorios y se muta en poesía por la imagen de remate:
Para ser grande, pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas. Sé entero.
Hasta aquí un aforismo impecable. No le sobra ni le falta ninguna frase. Redondo. Poema de formación. Por momentos esa sucinta lectura nos descubre la imagen de un maestro en el crepúsculo, a la orilla de un lago con su discípulo, a quien el maestro predica:
Para ser grande, sé entero: nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.
Pero aquel maestro para rematar su consejo da un ejemplo señalando la luna y exclamando:
Así la luna entera en cada lago
brilla, porque alta vive.
Así tenemos al fin por la imagen, ni un aforismo ni consejo, sino un epigrama, es decir; un poema de Pessoa.
EL YO DE LA AUTENTICIDAD
EL MITO DE PROTEO
Ensayo sobre la autenticidad
El mundo contemporáneo se distingue por la velocidad de sus transformaciones, asi que muy bien puede llamarse la “ERA DE PROTEO”,dios de lo móvil y de la constante creación. Publicaremos los ensayos de este profundo libro por entregas.
Arte gráfico
Ramón de Dios
EL YO DE LA AUTENTICIDAD
Jean Paul Sartre llamaba salauds (“cerdos” en castellano), a los actores de mala fe, es decir, el hombre que evade su libertad y refugia su cobardía en normas ya hechas, renuncia a la autenticidad según reflexionó el autor de La Náusea. Por otro lado, y mucho tiempo antes de Sartre, y los filósofos existencialistas, Giovanni Pico Della Mirandola (1463-1494) en su Discurso sobre la dignidad del hombre, expuso que Dios le dijo esto al hombre:
“(...) Oh Adán, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspecto propio, ni una
prerrogativa peculiar con el fin de que poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas (…) No te he hecho ni celeste ni terreno (...) con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses (…)”.
Sin embargo, para el discurso freudiano no existe tal libertad, todo esta predeterminado por los acontecimientos que vive el ser humano en la niñez, el libre albedrío es una mera ilusión diría el psicólogo vienés en uno de sus discursos ante una sociedad de médicos. Según pensó Sigmund Freud, todo queda registrado en el inconsciente, y éste, a su vez, influye de manera decisiva en la vida del ser humano, por eso, para tratar de aligerar todos esos traumas infantiles,Freíd propuso el Psicoanálisis. Además, el autor de Psicología de las Masas y Análisis del Yo,
distinguió el inconsciente en dos grandes grupos de elementos que lo integran y que son el Ello y el Super Yo.
Según consideraba Freud, el Ello esta constituido por energías, que, a manera de
instintos reprimidos, actúan desde el inconsciente como fuerzas, impulsos y tendencias que imprimen al sujeto una determinada influencia. Y el Súper Yo, es un conjunto de normas estrictas que se van adquiriendo a lo largo de la educación. De esto infirió Sigmund Freud, que la conciencia moral de todo hombre tiene su origen en esas normas introyectadas en el niño.
Por su parte, el pensador español José Ortega y Gasset, en su primogénito libro
Meditaciones del Quijote, publicado en Madrid en 1921 sostuvo: “Yo soy Yo y mis circunstancias y si no las salvo a ellas no me salvo Yo”. Como se puede observar, el filósofo ibérico siguiendo la línea heideggeriana, apostaba por la visión del “ser en el mundo”. Sin duda, la libertad del hombre no es absoluta y abstracta, a parte de estar condicionada a un espacio y tiempo determinado y también, a una circunstancia concreta. Martin Heidegger, superó los problemas del idealismo y del realismo demostrando que vivir es estar en el mundo, estar en el mundo es
vivir. La vida del hombre, mi vida misma está en el mundo, se encuentra con cosas, con objetos ideales, con valores, fluye en el tiempo; mi vida es lo que todavía no es, mi vida es lo que va a ser, y al final del peregrinaje, se encuentra también con la muerte. La vida del hombre, mi vida misma es acontecimiento, acontecimiento que se va a dar en el mundo, y a la hora de darse en el mundo se encontrará con un Tú y se desenvolverá en el Nosotros. Por lo tanto, ni la libertad condenada de Jean Paul Sartre, ni la predestinación de los deterministas como Freud. El Yo humano, la vida humana es estar en el mundo; encontrarse con personas iguales,encontrarse con objetos ideales, encontrarse también, con situaciones específicas y resolverlas
y al resolverlas, crear a los valores; encontrarse en un momento histórico determinado y con una circunstancia dada, y al final también, encontrarse con la senda de la muerte y morir. En toda vida humana, en mi vida misma, siempre habrá una historia bella y una historia de tristeza;hasta el suicida en su última lágrima añora algo, y qué decir del optimista que más de alguna
vez habrá llorado.El hombre cuerdo estableció Chesterton, en su Ortodoxia: “sabe que tiene un poco de bestia, un poco de demonio, un poco de santo y un poco de ciudadano”. Ni blanco ni negro,complejamente humano.El drama es el color de la humanidad. Si la libertad absoluta es una ficción, y si sólo tenemos la libertad condicionada, salvemos nuestra circunstancia, y al salvarla nos salvaremos a
nosotros mismos. El hombre es un simple hacedor, pero bien puede transformarse en un artista. Los artistas hacen obras de arte; hombre, si puedes ser artista, haz de tu vida una obra de arte. Bellezas humanas es lo que necesita el mundo. Los héroes universales han muerto. La heroicidad individual es la que salva al humano y al salvar la individualidad salva a la humanidad. Si nadie puede ya escudar su fracaso en el determinismo de “su destino”, seamos el héroe de nuestra vida. La vivencia humana no se puede encerrar en conceptos, como tampoco hay una ecuación matemática para salvar la circunstancia. Si uno quiere música melodiosa en su vida, tendrá que tañerla uno mismo. La metafísica hace la pregunta ¿quién existe?, ¿qué es el ser? Pero las respuestas filosóficas son personales; bien lo decía Gabriel Marcel: “No estoy asistiendo a un espectáculo,soy yo el actor”, de tal motivo que las preguntas metafísicas se hacen en primera persona: ¿quién soy yo?, ¿qué es mi existencia? Y si el hombre es una complejidad, y esa complejidad está sujeta a un espacio y tiempo concreto; y si nuestra circunstancia ya está dada, ¿qué es loque nos queda? Sólo elegir. Pues elijamos para hacernos, ya que “el hombre es un hacerse superándose” (Gabriel Marcel dixit). Si el nacimiento, la familia y la patria ya nos ha sido dado,
lo que nos queda, es de ahí en adelante forjar nuestra obra eligiendo. La elección implica reflexión, quizá renuncia y sin duda sufrimiento. La elección implica convicción, valoración; él que está por elegir lleva a juicio todo: familia, patria, religión; todo quedará sujeto a que pueda persuadir. El pusilánime le tiene horror al comienzo; el héroe lo enfrenta y exclama: ¡autenticidad! La autenticidad del héroe deja atrás hábitos, costumbres, mitos y se encara a transformar, a darle forma al cuerpo de su obra de arte. El que elige queda comprometido, el comprometerse implica fidelidad, la fidelidad da unidad, la unidad da permanencia. Él que ha conquistado el Yo de la autenticidad ha parido la realización del ser, y en ese momento el espejo de su vida reflejará su Yo soy.