Fotografía Juan Ossandon
Inéditos/Anticipo de Entropía sucia
Juan Ariel Zúñiga
Hoteles lejanos
No sabemos decir te quiero en otros idiomas
y solo dormimos tranquilos en hoteles lejanos.
Me desperté, llorabas y no supe más que
abrigarte con gazas quirúrgicas
Como si fueras mi víctima
De alguna manera también fuiste de la idea
y se nos arrancó el toro por el campo.
Sabíamos que nos arrepentiríamos
Apenas podemos pagar el alquiler, ya tenemos tres chicos;
la descomposición de siempre, más.
Me gustaría ser yo, pero es tu cuerpo.
Ya no se puede salvar esta distancia
Pienso
Mientras hipnotizado dejo mi mano en tu vientre
y al fin dejas de sangrar
Ya no sabremos decir te quiero ni en nuestra propia lengua.
No paras de llorar y yo también lo haría
pero alguien tiene que limpiar el cuarto y borrar las huellas
Te amo más que nunca, se me hace imposible decirlo
Veo tu rostro ahí y mis ojos
Que bella hubiera sido esa mañana todos juntos en el río.
Miro por la ventana del hotel la luz del final del verano
que apacigua la habitación, donde ahora
solo vivirán flores de plástico.
Ecuaciones
Esa casa
que al entrar o salir
tenía el mismo silencio
Esos árboles
que tu abuelo plantó
hace noventa años
La lluvia oceánica
sobre las ventanas
Ese resplandor adentro
de ti mismo
Las calles laberínticas y rojas
El deseo impermeable
como el aceite de las noches
Aquel muchacho infectado por el aguardiente
Ese gris pegajoso en las paredes
y en el aire
una serie de ecuaciones
sin terminar
en la muralla del baño.
Todos mis fantasmas reunidos:
que inútiles me parecen ahora.
Treinta años después
Dejaste de pasar
Has regresado al presente
a remontar la distancia, como los salmones
contra las laderas
En el futuro está todo tan claro
hay una llama violeta en el canal del regreso
No dirás que vieron esos ojos
-uno no siempre ve-
No revelarás fotogramas electrizantes.
Hay calma allá y tiempo
Todos son ancianos en estado de meditación
Las heridas son bellas islas amnésicas
Los teléfonos están arrancados y solo los pájaros
transmiten la información.
La alquimia se acabó con el cobalto
No hay máquinas ya de aniquilación masiva
Cualquier viento en contra huele a hongos recién sembrados
Alucinas a diario y buscas el amor como un adolescente
No hay padres ni descendencia
Las hebras helicoidales se abrieron
La diáspora sólo produce un opiáceo placer.
El pasado está tan cerca que es imposible
Postergar la sospecha y el diván
Solo escenas convulsas en fracturada edición
El presente es el insondable
Acá están todas las preguntas abiertas
la hoja en blanco
Treinta años después
La casa no volverá a estar vacía.