TEN CUIDADO CON LOS SUEÑOS
POR: ARIANA ITZAMARA VILCHIS Y
MANUEL ALEJANDRO Q. CEBALLOS
En el último cajón se encierra el aroma de la primavera y se reconocen varios objetos que simbolizan la alegría. Están guardados algunos pétalos de casi todos los colores, y algunas páginas que tuvieron vida, y un día se desvanecieron. Esta habitación parecerá marzo o abril, lugar del nacimiento de las flores, si así lo deseas.
Camina, siéntete libre; son necesarias estas formalidades mientras me presento. Quiero mostrarte que no todo está perdido. Cuéntame tu relato de amor. Escoge la mejor parte, o háblame de alguna que no hayas vivido, yo te contaré más de los misterios que encierra esta habitación. Tengo un par de líneas que me he robado, y tal vez me guste algo de lo que me cuentas y lo use para ponerle el final a determinada historia que me interese. A veces mi sentido del humor es extraño, ¡no te asustes!; la culpa es de los diarios y sus secretos íntimos. (Ríe).
La última ocasión hice una correspondencia escrita con varias historias, pues me llegan muchas anécdotas inconclusas. ¿Alguna vez escuchaste de una pareja que se conoció años antes, y de repente se reencontraron y ahora viven felices? Algo así es este lugar, esta habitación a veces ayuda a algunos.
Por eso insisto que me cuentes lo deseado, sin que importe el tiempo que te lleve. En lo referente a las lágrimas, mi capricho actual es otorgarle a la luna el extenso mar, así que ten cuidado de no regarlas en cualquier lugar, nunca se sabe a dónde llegarán. Si llegaran al mar, todo acabaría, no habría retorno y la historia se olvidaría de inmediato. «La primavera llega en el momento más oportuno, incluso cuando ya no es temporada de flores».
Si te parece que todo está en orden, cuéntame tu historia, toma ésta fruta que simboliza un dominio. Usaremos una fresa del futuro, que represente la fecundidad y la sensualidad.
Camina despacio con ella cercana a la boca, gira en dirección de las manecillas del reloj, alrededor de aquel mueble y su cajón; cuando sientas frío en el pecho, muerde la fresa, roba su primavera. No te detengas si ves en el piso polvo de otros sueños.
Por ahora ya no te diré más que «Ten cuidado con tus sueños: son la sirena de las almas. Ella canta. Nos llama. La seguimos y jamás retornamos». Es tu turno.