
Joaquín Campos
Joaquín Campos (Málaga, 1974), convive con su escritura mientras trabaja en las antípodas de la literatura: la hostelería, donde tras una jornada y pico de trabajo se enfunda el teclado para donarnos con variopintos relatos, siempre repletos de vida y riesgo, además de poemas tan certeros como denunciables. Campos ha colaborado con el periodismo en forma de reportajes seguramente con la idea de acercarse a su único sueño literario: escribir libros, verlos publicados y recorrer mundo apoyándolos en público. En 2019 disertó en Málaga 451: La noche de los libros. Le encantaría ganar el premio Nobel sólo por ir a recogerlo en chándal y gastar los diez minutos de rigor en halagar a José Luis Parra, los perros callejeros y la Segunda B, sobre todo cuando arrecia la lluvia y aquello es un patatal.
Demasiado humano (Sr. Scott, 2020) es su quinto poemario cuando en ese mismo año publicó Poeta en Pekín (Renacimiento, 2020), cuarto libro de poemas con el que cerró sus once años de vida en Asia. Anteriormente vieron la luz, Catres (Renacimiento, 2018), Maëlys y todas las mujeres (Canalla Ediciones, 2017) y lo que fue su debut en el mundo poético, Cartas a Thompson (Island) (Renacimiento, 2015). Además, ha publicado en narrativa una suerte de memorias o libros en primera persona donde sus personajes aparentan tanto ser él. Hace año y medio vio la luz Últimas esperanzas (Renacimiento, 2019), su obra magna en prosa, cuando anteriormente fueron publicadas Veinte brotes (Renacimiento, 2017), La verdad sobre el caso Segarra (Los libros de FronteraD, 2016), Doble Ictus (Renacimiento, 2015) y su debut estreno en el mundo literario, Faltan moscas para tanta mierda (Renacimiento, 2014).
JOAQUÍN CAMPOS / Poeta en Pekín (Ed. Renacimiento, 2020)
JOAQUÍN CAMPOS
Poeta en Pekín (Ed. Renacimiento, 2020)
Traducción de Miguel Ángel y Florence Real
Cielo
Cielo negro que cae sobre nuestras cabezas;
cerebros que no grises sino negros
en un callejero insomne de edificios
como jaulas engarzadas las unas a las otras
sin más ventanas que las rejas
donde me ahorco y hago pie
sobre el lodazal de tus sueños
en forma de un progreso
cuanto menos extraño.
CIEL
Ciel noir qui tombe sur nos têtes;
cerveaux non gris mais noirs
sur un répertoire insomniaque d'édifices
comme des cages serties les unes dans les autres
sans autre fenêtre que les grilles
où je me pends et j'ai pied
sur le bourbier de tes rêves
sous la forme d'un progrès
pour le moins étrange.
Patria
Y allí estaban ellos con la bandera,
ondeándose bajo un cáncer celestial.
La tele puesta con el himno nacional.
El chándal de las Olimpiadas,
algo arrugado; desteñido.
Y las paredes de las casas
adornadas con fotos de Mao.
Y yo aquí, con un libro abierto.
Con la botella de vino semivacía.
Con el pimentón de La Vera
y unas setas silvestres,
cuando la tormenta me acompaña en mis
paseos,
besando a los chopos
indistintamente de sus tamaños.
Y entonces es cuando me doy cuenta
de que ésta es mi patria:
aquella que se extiende desde la mesa en la que
escribo
hasta la primera tienda de vinos o librería.
Y mi pasaporte,
ese mero documento.
PATRIE
Et ils y étaient, avec leur drapeau,
se balançant sous un cancer céleste.
La télé allumée, avec l’hymne national.
Le survêtement des Jeux Olympiques,
un peu froissé ; déteint.
Et les murs des maisons
décorées avec des photos de Mao.
Et me voici, avec un livre ouvert.
Une bouteille de vin à moitié vide.
Avec le paprika de La Vera
et des champignons sylvestres,
quand l’orage m’accompagne lors de mes promenades,
et que j’embrasse les peupliers
peu importe leur taille.
Et c’est alors que je réalise
que celle-ci est ma patrie :
celle qui s’étend depuis la table où j’écris
jusqu’au premier magasin de vins ou une librairie.
Et mon passeport,
ce simple document.
Mujer anónima
Era la escama de un pez
de cementerio de ballenas
aunque oliera a océano profundo.
Su pelo eran algas
y su coño ostras,
cuando de su axila
colgaban calamares
y de su espalda, medusas.
No es que supiera a mar.
Es que al comerle el coño
masticabas arena.
Y ya por la mañana,
su aliento era un ancla.
Ella era poesía
sin ser sirena.
Y yo la amé sin conocerla:
A manos llenas.
FEMME ANONYME
C’était l’écaille d’un poisson
de cimetière de baleines
même si ça sentait l’océan profond.
Ses cheveux étaient des algues
et sa chatte des huîtres,
quand de ses aisselles
pendaient des calmars
et de son dos, des méduses.
Ce n’était pas qu’elle avait un goût de mer.
C’est qu’en lui bouffant la chatte
tu mâchais du sable.
Et le matin, déjà,
son haleine était une ancre.
Elle était de la poésie
sans être une sirène.
Et je l’ai aimée sans la connaître :
À pleines mains.