
Hubert Matiúwàa,
Hubert Matiúwàa, [1986], pertenece a la Cultura Mè´phàà (Pueblos asentados en la Región de la Montaña de Guerrero). En 2016 obtuvo el “Primer Premio en Lenguas Originarias Centzontle”, publicó con la Editorial Pluralia, su Libro “Xtámbaa/ Piel de Tierra”, además ha publicado poemas en diversas revistas del país.
Las sombrereras de Tsítsídiín- Ìjín gò’ò Tsítsídiín tsí nònè xtédè.
Las sombrereras de Tsítsídiín- Ìjín gò’ò Tsítsídiín tsí nònè xtédè.
HUBER MATIÚWÀÀ
Del libro:
Las sombrereras de Tsítsídiín- Ìjín gò’ò Tsítsídiín tsí nònè xtédè.
Producción: Secretaría de Cultura- Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, 2018.
Brisa Celeste
I
Llegaron amarradas
y envueltas en nailo
para que hombres de Acapulco
desangren sus cuerpos.
En la costera
pululan buitres verdes
y carroñeros negros,
en el rancio olor de sus fierros
se oxidan los gritos
buscando el hueco del silencio.
II
En la Brisa o en la Celeste
se abren botellas
que empolvan los labios
y guardan la noche.
¿Cómo le cantarán
a las calles para que lleven
el secreto de las casas sordas a Tsítsídií?
III
Sembraron al colibrí
en el sol de las monedas,
en el rumor que viene
y duerme a los ojos.
Allá,
el ombligo de la palma,
aquí,
las aves de rapiña
les quebrantan la espalda.
IV
La lluvia se va,
deja el dolor de Tsítsídií,
su trinar desde el encierro,
que ahoga la vida.
En la Brisa Celeste
las ofertan a los tigres de lujuria
y en la Montaña
las pelotas de encino
se pintan de amarillo,
se llenan de pus
y caen de dolor.
V
Quede en la piedra
la cicatriz de sus nombres,
sople en los cielos
y se vaya el viento malo,
el hombre feo,
el que está parado en la esquina,
el que saca la leche al maíz bola,
el que carga la hierba apestosa
y le brillan los dientes.
¡Que se vaya en esta escalera de letras,
que no sea una vez,
que no sean dos,
que no tenga fin
y nunca regrese!
VI
Ya no le crecerán plumas a Tsítsídií,
ni se llenará de colores su pico.
¿Cómo?,
si todas las noches abren sus piernas,
le siembran el miedo,
le arrancan los ojos para que no vuele
y se anide su odio en los techos.
Tierra mía,
guárdame este dolor
cuando caiga el verano buscando a sus hijas
y se acurruque en los brazos
de mis hermanos de la Montaña.
Gu'wá ná rígà iya nàjngaà Brisa Celeste
I
Xtò'òó ñawúun,
jambrá'a nailo niguwá'níì,
rí màgoó màguaàtrugìn gónè
xàbò tsí júwà' Acapulco.
Ná costera
gàtiin xàbò dxá'an tsí maxiin
khamí xàbò dxá'an tsí skuniin,
asndo ndàtsún rawuun ajuàn' rí judèè
rí nònè mì'ñúú ìjiín gò'ò
tsí nandúún matangììn xuajiúún.
II
Ná Brisa gàjmàá Celeste
nàmbra'tò tsí'tsún
rí nà'nìì rawuun mbro'on.
Xó mbà'yoò ñò'òn tsítsídií
xugíí rí nàgí'nìì ìjiìn
ná gu'wá ná rígà iya nàjngaà rá.
III
Nìgì'máa tsú'tsún
inuu mbúkhàà,
inuu a'wá rí jayá xnù'daa,
rí nà'gu nìmià' ló' è'nè.
Ñú'ún,
ngí rùmìì ixè ida,
gèjio',
xàbò dxá'an
natimiin tsùdùun.
IV
Nàkhaà ru'wa,
nàkhaà nè jayá gà'khò
drígòo ñò'òn tsítsídií,
xó gíná nà'sièn ná júguarà'à,
ná nàkà ràyámbaa mbi'yùù.
Ná Brisa Celeste,
nàguàtangùjuìn ìjiín gò'ò
inuu xàbò tsí kuá'dáá mbúkhàà,
tsí nandúún mùrùguàà xuwiùn,
xó ná júbàá,
nàtiin i'di khamí yà'ska awúùn xndú xánuu,
numuu gà'khò rí nagí'níi ìjiín gò'ò.
V
Magí'ma tsínuu mbi'ñúún tsùduù itsí,
màndxà'wà nè inuu numbaa,
ikajngó mà'gàá gíñá rí xkè',
mà'gàá xàbò tsí xkawiì,
ikhaa tsí kunitè' wíjì ná níjiuun gu'wá,
ikhaa tsí naríyà' yà'duú iná xndú àkhà',
tsí jayá iná rí ndatsún,
ikhaa tsí nambíta'a ìñuu.
¡À'gáà ná jambàà ni'khèè
ná tsinuu ajngáa rígè',
rà'khá mbóó mì'tsún gá'nè,
rà'khá àjmà mì'tsún gá'nè,
maxámbaa jambàà ná ma'gaà,
khamí nimbá mì'tsún maxátangaà!
VI
Ná xá jra'àn xnúú ñò'òn tsítsídií,
ná xá'ni mòjmò' rawuun ídò mà'sièn,
xó mà'niì àkwiìn,
xí mbámbá mbro'on nàmbrá'tòò nàkhùú
khamí nuxúdèè rí ngamí ná awúun,
nuriyèè' iduu ikajngó màxá'yòò ná ma'geè
ma'niì xáñùn síòn.
Xuajiù' nimì'
atiáxii tá gà'khò rígè',
ídò mà'khàà ru'phu
mbá'yiín ìjiìn khamí mbayàá skiyù nè
ná ñàwàún xúgíin angiàn' ló' tsí juwà' júbàá.
Los hombres zanate en el Ritual de los olvidados / Hubert Matiúwàa /
Los hombres zanate en el Ritual de los olvidados
Hubert Matiúwàa
“Mi gente quiso ser ave un día, /por el simple placer de volar sobre las nubes, /pero tardaron en decidir /y llegaron los buitres, y con sus filosos picos, /lastimaron al viento y le cortaron la cabeza.” Martín Tonalmeyolt poeta nahua de Atzacoaloya, Guerrero, tierra donde los Ardillos y los Rojos han acorazado la nostalgia como costumbre, donde todos los días la tierra abre su vientre para recibir a sus hijos, aunque no sea su tiempo, las familias son desplazadas y las mujeres levantadas para ser violadas sin que nadie diga nada; “En las calles la moda es andar /con algo reluciente en la cintura. /Los más pequeños son muy aficionados a esa moda /y, por eso, algunos padres sacan a los hijos de sus casas.”
El Tlalkatsajtsilistle ‘Ritual de los olvidados’, título que da Martín a su primera obra poética, nace del dolor de los sin cabeza, los sin brazos, los sin pies, tema relacionado con la inseguridad, que ha cobrado a muchos inocentes, el libro se circunscribe en una poética que toma desde la visión de los pueblos originarios la temática de la violencia generada por el control del opio, en ella encontramos animales de la memoria oral que se han transformado en seres carniceros, como los pájaros zanate, para referirse a los hombres encapuchados que rondan el pueblo.
Nuestro idioma es dinámico renombra el dolor desde el ojo en que mira el mundo, lo nombra para dejar testimonio y sembrar la memoria en corazón de sus hijos, la palabra de Martín florece de la muerte para cuidar la vida, demuestra a través de la metáfora las heridas que han producido estas aves de rapiña a nuestros cuerpos. Martín es otra ave, descendiente de un pueblo con cantos milenarios, como él dice; “desde mi origen, he traído pegada en la garganta un ave colorida y de bello plumaje que, según me dijo mi madre, voló y me dejó su canto.”
Chilapa es el escenario de la cacería, la tierra de los olvidados, los hombres zanate ofrendan gusanos y balas a la palabra, no hay secretos, el miedo ronda con su pico de acero: “Las veredas que pisas tienen sus espías /llamados hombres-viento, /mujeres-abuelas /y niños-flores,”. Al padre de Martín le preocupa el cambio de oficio de sus hijos:
“Mi padre está cruelmente molesto, /derrama amargas lágrimas. /Quiere arrancarse los ojos /y enterrarlos bajo tierra. /Reniega mirar a la calle /porque sus competidores /son más sangrientos que él, /hacen trizas a sus propios hermanos, /mientras que él /sólo lo hace con los marranos./ Por ello, /el corazón comienza a enfermársele. /Se le forman sismos en todo el cuerpo /porque, mañana o pasado, /sus nietos pierdan la vista /y lleguen a ser /carniceros.”
Martín escogió caminar con la palabra, para que a través de ella, miremos como ha cambiado su pueblo, por eso escogió ser poeta en el lugar más violento de México, ser poetas en estos tiempos significa: “Ser hombres, llevar en nuestro propio trabajo el sufrimiento humano, significa hoy, sobre todo, ser los intérpretes, los jueces, y si es necesario, los acusadores despiadados de nuestro tiempo. Porque la voz del escritor es una, pero la sustancia de su voz, su móvil, su justificación, son todos aquellos que lo circundan y lo inspiran”. (Russi, 1967.)
La violencia en Guerrero tiene sus propios matices, lo que con el tiempo alimenta trabajos como el de Martín, tan acostumbrados como estamos a una sociedad en donde los diarios publican imágenes de cuerpos mutilados, cadáveres, enfrentamientos armados en todos los Estados de la Republica, se hace necesario nombrar las palabras para que sean aves mensajeras, como ritual nos liberen del olvido y de la muerte. “No es lúcido ver una ciudad antes tan religiosa /llena de artesanos y campesinos /la cual hoy es invadida por tanques de guerra /y hombres con rostro de zanate.”
Nuestra palabra jamás la podrán ejecutar, hacerla pedazos, colgarlo en los puentes, nuestra palabra seguirá encendiendo las velas para que regresen nuestros desaparecidos, seguirá siendo manantial para nuestros hijos, que un día levantarán nuestra sombra del miedo, desterrarán de nuestra tierra a los hombres zanate. Como bien lo precisa Martín, “Cuentan que a mi lengua náhuatl /le han cortado la cabeza, /amarrado los pies /y vendado los ojos. /Yo, un hombre de Atzacoaloya, /mostraré lo contrario, /ella tiene cabeza, /goza de pies ligeros /y una vista inalcanzable”.
Martín es uno de los escritores que en México han llamado “la nueva generación de poetas indígenas” ante esto, es necesario llamar la atención: Que nos dejen de llamar escritores en lenguas indígenas, que nos dejen de enfrascar en ese concepto de índole clasista y racial, somos poetas que escribimos desde una filosofía y poética propia, como cualquier cultura del mundo, escribimos la realidad cotidiana de nuestros pueblos y exigimos el respeto a nombrar y que sea nombrada nuestro idioma como debe ser, en su lenguaje original. Somos consecuencia de los poetas que nos antecedieron, para nosotros solamente hay un camino en la que cada tiempo tiene sus relevos, en donde cada historia vale por que hace crecer nuestra voz en colectivo, no enterramos a los que nos anteceden, somos parte de una sola voz que desde un principio se negó a morir y buscó cobijo en cada uno de sus hijos, no somos nuevos, no venimos de la nada.
En México hay una guerra que nos está deshumanizando y no solamente la poesía tiene que nombrarlo, hay que volverlo oídos y ojos de todos, no miren a los poetas, escuchen lo que dicen, la palabra permanecerá sobre los cuerpos.
[1] Hubert Matiúwàa (1986). Pertenece a la cultura Mè’phàà. Estudió la Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Guerrero, Maestría en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Es autor de los libros Xtámbaa/Piel de Tierra. (2016) y Tsína rí nàyaxà’/ Cicatriz que te mira, (2017).
MAURICIO / Hubert Matiúwàa /

MAURICIO
Hubert Matiúwàa
A Mauricio Ortega Valerio,
desaparecido el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
MAURICIO
I
Renovemos el año,
quememos flores
en las cuatro narices del mundo,
entreguemos la sangre
al señor sagrado del cerro,
para que nos cuide de los perros,
de los hombres armados,
del silencio de las calles,
de las pozas llenas del color de la tarde,
de quienes se llevan a los hijos del pueblo,
de ellos, que están en la casa del trabajo.
II
Escóndete en la cueva,
espera que baje la neblina
y termine la caza,
los que huelen la carne
se llevan nuestros sueños
en autobuses que no tienen vuelta,
en su sigiloso acecho se visten de lluvia
y cuentan los dedos
por los que estamos en la Montaña,
los de la mano oculta,
los de la tierra roja,
los que vivimos en la
de Lucio.
III
Mi voz se hizo nido
el día que te agarraron,
¿Que no saben que todo lo que te hagan me lo hacen a mí?,
aullé el relámpago en tu boca,
donde anduvimos con los nuestros
y ahora, ya no,
¿Dónde amarraré este dolor que enciende la esperanza?
¿Quién traerá la cabeza del pueblo?
¿En qué cruces colgaré aves que sepultan mi lengua?
¿En qué tierra he de encontrar tus pasos,
ahora, que tu cuerpo se acobija en el miedo
y crece la espiga de nuestra rabia?
IV
Xtámbaa,[1]
estoy contigo en el mundo,
en el trueno que trae la noche,
en baile de ánimas sin rostro,
sin brazo,
sin descanso,
estoy contigo en las velas,
en el humo que engendra el camino,
en el olor del copal que recoge
el agua de ojos
de las mañanas sin voz.
V
Hermano,
¡levántate!,
mira la cicatriz de nuestra piel,
las vueltas de nuestra madre
y el coraje con que teje tu nombre,
hasta encontrarte.
A Mauricio Ortega Valerio,
desaparecido el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
MAURICIO
I
Mò’ne nuxii ló’ tsígu,
mùtsikáa ló’ rè’è
ná akhó ràkóo numbaa,
khamí mùxnàxíi ló’ i’di
inuu àkhúún júbà
ikàjngóo màñawá’ ló’ inuun xùwán,
inuun xàbò tsí jùdá’ ajuàn’,
mí ná rìga wìyúú jambaà,
ná ìñá rí gàjnii rí nà’níí wàkhii,
khamí inuun xàbò tsí nàgu judíin ìjíín xuajín,
ìkhíín tsí trà’iin awún gu’wá ñàjún.
II
Àtrakhá’o mìnaa ná ìñúun itsí,
àrà’thiin màgátháa rùjmba
asndo rí mànbúún mùxkha xàbò,
tsí dùyaa xùù xuwia ló’
nagóo judèe xnun’daa ló’
ná xkrajndí rí nangúaa thángaa,
asndo xó ru’wa ja’ñúun ná xàbii nùxkháa ló’
khamí nùràxnúú ijíín ñàwún
numaa ló’ tsáa jùwá ló’ ná Júbàá,
tsáa gìdá’ ngu’wá ñàwuáa ló’,
tsáa màñà’ júbà ló’,
tsáa jùwáa ló’ ná go’óò Lucio.
III
Nè’ne xàñúun a’ó
mbi’i rí nìrugáan,
àtsíyáa rí xùgii rí núñaa ikháán núñí ikhúún nye’,
nìndxá’wa ló’ ná nixphíbí rìga ràwúan,
ná nìgrigá’ ló’ gàjmíí anjgián’ ló’
khamí xuge’ nángua rá,
náa màro’ó gà’khó rìge rá,
tsá jàyá ìdxúu xuajíín ro’,
naa krùse màxtrigùùn ñò’ón tsí nudii a’ó rá,
naa júbà màxkhámaa nàkuáa’
xùge rí nanbra’á mìnaa ngàmí xùbía’
khamí nàgajáa iñúu tsìá’ ló’ rá.
IV
Xtámbaa,
xtáa gájmàá níndxàa ná inuu numbaa,
ná a’wá rí jàyáa mbró’o,
ná nùtsía nímà tsí ndàa inuu,
tsí ndàa ñàwúun,
tsí tsíyaa xúún,
xtáa gájmàá nìndxàa ná wàjún ndèla,
ná inuu nguni’ rí nàxná jambaà,
ná gii’ xùù wuájià rí nàyaxii
iya ìdúú mi’chá rí ndáa a’óo.
V
Ndxájo’,
¡àraxuu rá!,
atiaxii tsìnuu xubíaa ló’,
atiaxii xó grigòo rudá ló’,
atiaxii rí phú síàn’ ijxmii mbí’yaa
asndo náa màxkámaa.
Tomado del libro Xtámbaa/Piel de tierra, coeditado por Pluralia Ediciones y la Secretaría de Cultura, 2016.
LAS RAYADORAS DE MARUTSÍÍ
Hubert Matiúwàa, [1986], pertenece a la Cultura Mè´phàà (Pueblos asentados en la Región de la Montaña de Guerrero). En 2016 obtuvo el “Primer Premio en Lenguas Originarias Centzontle”, publicó con la Editorial Pluralia, su Libro “Xtámbaa/ Piel de Tierra”, además ha publicado poemas en diversas revistas del país.
LAS RAYADORAS DE MARUTSÍÍ

Foto: Manuel Ndivaí
POEMA
IJÍÍN GO’Ò MARUTSÍÍ TSÍ NUXNÁA IKOÒ ÌNA XNDÚ ÀKHÀ’.
[LAS RAYADORAS DE MARUTSÍÍ]
HUBERT MATIÚWÀÀ
IJÍÍN GO’Ò MARUTSÍÍ TSÍ NUXNÁA IKOÒ INÁ XNDÚ ÀKHÀ’.
II
Ná tsudùù itsí
Nìgumáa xò’ ná tsudùù itsí,
ná nìríguí ño’ón Marutsíí,
ná ni’níi ajmú inuu júbà rí nikra’ò iná xò’,
ná nìdóo ñawuán xò’ asndó nì’nì bàbà’ nè
rí magòò mudríwuíi xò’ mbèkúu wuajén.
Gèjío’,
ná xuajián xò’,
nàndúun xàbò juyáa xò’ numuu rí ijíín ñawuán xò’
naru’tíín àkhà’ tsí matsúwaa ya’dúu ìdo na’nè wakhà’,
numuu rí xuwía xò’ nayaxíín nè tsiyóo
khamí iya idúun i’wa xuajèn.
Ná xuajián xò’, nàndúun juyáa xò’,
numuu rí xawì nakua xò’,
khamí nànguá ènè ñawíín xò’ rajún iná
rí najra’an ná inuu jùbà’
rí na’nè mìnáa mi’xá, mi’ñúun khamí màña’.
Ná xuajián xò’,
ndú’ñáa xò’,
numuu rí nàmañà xò’ nònè riyóo jùbà’,
ná nùdíí xó ajngóò èwè, ga’kho khamí rí tsingìna.
III
Ru’wa
Ni’kháa ru’wa ná idúu ño’ón Marutsíí,
ìdo magi’dúún ma’níi ajmú,
mò’nè manjguàn xò’ xàbò tsí ndáa ná mi’díín,
khamí ìdo majanúu gón’ rudíí
morutú xò’ xdútún rí ma’níí rawún xìda’
tsí gida’ ajuàn’ rawún.
Ná matha ná tsí yàxee xàbò maxíín,
mu’dáa xò’ mbékoo àkhà’,
khamí muyáxíí xò’ ya’dúu iná ná awún ajuàn’
rí nayáxii akiàn xò’,
ikhaa rí na’nè mbàà bro’ón ná inuu ajuàn’ rí nàgewan,
ikhaa rí nadríñíin xàbò ná awún bolsa naylo,
ikhaa rí nagíwuán ná smiduun xàbò ajuàn’ rí jàyá ngàmí.
IV
Iná ajuàn’
Iná ajuàn’ xò’ naxnúu nè ikoò iná xndú ìdo nà’nè mbro’ón,
numuu rí nandoo nè rí mbámbá mi’cha
matsúwa nè ya’dúu mbi’i ná tsudùù itsí,
nàro’thón nè áùn xuwiún xàbò
khamí nàkra’o mìnà nè ná awún iñúu jùbà’,
ná nayáxii nè rí nagi’nuu wuèñon akián ló’ e’nè.
Iná ajuàn’ xò’ nàmbitha’a nè ná ñawún wuajén,
na’níín nè bègò tsí nàrákhaa ná ìda ló’,
nda’yá nè rajúún xàbò,
nandoo nè mèkhoo ñawún,
nàkhún khamí idxún.
Iná ajuàn’ xò’ grígòò nè nárothón inuu gìñan,
grígòò nè nàriyáa inuu mi’cha,
naxkhamà jambòò nè ná A’phàà,
na’dí nè ìñá ná Kra’áá,
khamí na’nè màña’ xtiñun nè ná Xkua miñáá.
Iná ajuàn’ xò’ gìthúun nè mèkhoo xuwia xò’ ná awún ejna,
tsíngua’ ni’kha nè, nandoo nè maxtáa ñawuan xò’,
a drígòò mbá nìma ne’nè ñajún nè,
a drígòò mbá giñá xke’, tsángua rá,
nìjanu nè nárudií akuín ná ñawuán xò’,
ikànjgóo xùge’, ná judíí ná naxtrakamijna ga’kho,
tsáa ma’níí idxúun xàbò rí nìchikuriga nè rá.
V
Tsígoo iná xndúu àkhà’
Tsígoo iná xndúu àkhà’ xò’ naxna nè tsiake rí
mutsíi cháda xò’ rí nuxè’,
khamí thàna rí na’ñaa xi’ña xò’ rí ma’nii akuín,
khamí nambayúu nè àmà xò’
tsí nakhá nagà’ya ñajún mbaa rídáa.
Ná inuu rajuán xò’ nà’nìì nè xó mikuíí,
ìdo najra’ín a’guàán
asndó xó spiaja drígòò jùbà’
rí na’nè tsíyáa júbà ja’nii nè.
Tsígoo iná xò’ nadríñii nè xàgaa ná awún xuwi
khamí natsúu nè ná awún ejna,
narogòò nè rí naxkidxa xò’,
khamí naxmí’ nè mbi’yáa ná inuu iye’ rí jagòò anjgáa,
mí nàriyáa nè mbi’yaa ná inuu chidè
khamí ná inuu xndúu ajuàn’ da’ñáan nè.
VI
Mathangaàn xò’ ná xuajèn
Ikúún nando’ mayaxúu idúu ri’yuù iná xndú àkhà’,
maguathún tsúkáán idúu ri’yuù nè,
nando’ manbiyá’ nè ná akuíín ñawún,
khamí nando’ masìá gájmàá a’ó tsígoo nè
ikànjgóo ño’ón Marutsíí mayáxíi ngu’wà ajngo’.
Nando’ mathangúun ná xuajín,
nando’ mathangúun maxnúu ikoò iná xndú àkhà’
ná rawún xnu’ndaa,
ná xuajen rigè’,
na’nè xndú mìnáa wakhà’ khamí xàbò tsénè numèè maján,
na’nè tsískamìnáa àdoo rìyóo jùbà’,
khamí ìdo narákhàa idúu àkhà’,
nagumíí xtrakíín tsí nuxpità mi’nà ná rawún ìñá wajén,
ná ne’né gùkúu mijnáa i’di khamí ná’nii rìyóo nè.
Ná xuajián ló’, asndo náa tra’á chambóo iya
rí nasgájma ná rìga iná xndú àkhà’,
ikaa rí naxtijiò xábíi re’è rí mixtíi,
ikaa rí na’nè thanúu ìñaa ló’,
khamí na’nìì tsinúu èwè.
Nando’ mathangúun
ìdo na’gòò dùùn ná Xirágáá,
nando’ mathagúun ná jambaà ná jágò nàkhá ya’dú rí ndátsún,
ikhaa rí maxkaxíí akuìn iná
ikhaa rí matsígàà nakhúu gíxaa.
XI
Àda
Nìguwá gi’yáa ènè xàbò tsí jùdá ajuàn’ ná xuajiún
numuu rí nìgi’dúun xkunjdú
khamí nangua ì’gùun mutsáñúu gajmíí i’wíi xàbò,
tsétsé ma’ nawi’ñuu dxá’an tsúkuè,
ikíín tsí na’pho xuwi ná ndáwuá xuajían ló’,
ikíín tsí nurigú amaa ná ajuàn’ xkaràdi,
ikíín tsí nùkuxè nàún khamí nònè ngínií ijíín go’ò ná júbàá.
Xó ma’ ikhaa nìnìñuu xndú tsígùn’ ná awún rómbo
ná ikhóo idi rí jagò tsingìna,
khamí nìnìñuu igi’ tsí mixtíin ná awún xnu’ndóo mbro’ón,
khamí nìnìñúu ná awún ixè kafé
tsímbi ná naxtraka minà rí tsingìna ló’.
Xó ma’ ná awún ìtsuu ni’khá ragàjáa iya idúun
ijíín go’ò Marutsíí tsí nimbaxù gajmíí,
ijíín go’ò tsukuè nindxáwuè ná nituxuù yojndá’ khamí itsí,
rí maxa’ga ji’yáa gonè xàbò.
Xàbò tsí judà anjuàn’ nìxùdaa xtá inuu,
khamí nìstrakée mbá xkamida’ rí mbijua ná xpapòò,
atsú tsákuun idúu àñà’ ná ñawún,
ikànjgóo ikhaa nìgi’dúun nìgùdíi xàbò
mí ni’gíì rí tsingìna inuu ixè xàphoo xuajiún.
Numuu mbí’i rukhuè, nakhí rí nìgàji’yáa
nùthée rí tsáà xàbò júbà ñajuán xò’,
maján ènè xò’ ñajún rukuè me’
numuu rukuè tsétsé nagùwá xàbò
tsí nagòo ju’díin ijíín xuajèn.
khamí nùdíí ga’kho ná ñawún èjèn tsúkuè.
XII
Nigua’núu xàbò maxíín
Nigua’núu xàbò maxíín
mùtsìka iná xndú àkhà’ rá me’,
ni’kha ra nunjgòò a’wá
ná awún ajuán’ rí nuthara’a mijnà anguián ló’,
xugè’ rí gakho rá,
tráma xuá xkókó idxúun nigua’níi,
asndó nuníí màxa jambaà ná igóò,
asndó xó nakhún àkuán nakhún
rí natsimuun ná inuu ixè,
rí naguathán ná bòò
ná ndu’yée xañúu ño’ón Marutsíí.
Nigua’níi ná rawún matha,
niyáxúun ijíín go’ò,
gájmàá xkamida’ rí mbijua
niriguíì a’ó bègò ná mikuíí,
khamí nìxu’dáa ngàmí ná xoxta’ ló.
Nigua’níi nònè ndúwee mbámbá tsígu,
nùriguii ajngáa wa’a tsúda ló’
rí magòò murathúun nìma
tsí nuñawuán iná xndú àkhà’.
Xó ma’ anguián ló’,
niruwá mijnè nìgúyúun xàbò tsí maxíín,
tsúkuè nirí’ña
rí nimbá mùxunii, ninda’à mbá xède,
mbá tsotón, khamí ijíín go’ò Marutsíí,
ikiin júwè mòne mbáníi rí na’than xuajèn
xí najanúu tsígèjña me’.
LAS RAYADORAS DE MARUTSÍÍ
II
En la piedra
Nacimos en la piedra
donde se posó el pájaro Marutsíí,
cantó a los montes para esconder nuestra hierba
y talló nuestras manos hasta hacerlas
suaves para recibir la sonaja de la muerte.
Aquí,
nos quieren porque nuestros dedos
rebanan el sol para chorrear la tarde,
porque nuestra piel guarda los fantasmas
y el llanto de otros pueblos.
Nos quieren,
porque nuestros pies son sigilosos
y no lastiman a las lenguas
que brotan de la tierra
para pintarse de blanco, de lila y de rojo.
Nos buscan,
porque sabemos surcar el arado
para sembrar las palabras:
hambre, necesidad y pobreza.
III
La lluvia
Llegó la lluvia
en los ojos del pájaro Marutsíí
y bajo su canto sembraremos
los cuerpos que no tienen sepultura
y en los ojos de la luna tierna,
cortaremos la bellota
que ensalivará el pico del pájaro carpintero.
En el río donde nadie mira,
cosecharemos las sonajas del sol
para enlatar nuestra sombra
y hacer crecer la noche en las básculas,
en las bolsas de naylon
y en las cinturas del silencio.
IV
Las navajas
Nuestras navajas rayan de noche
para sangrar el día sobre la piedra,
cortan kilómetros de carne
y viajan en túneles para esconder la avaricia.
Nuestras navajas brillan en las manos de la muerte,
dibujan los rayos que caen en los ojos,
tienen ausencias de labios,
tienen añoranza de brazos, pies y cabezas.
Nuestras navajas viajan cortando los vientos
y afilando las mañanas,
encuentran pies en Tlapa,
escarban hoyos en Chilpancingo
y se visten de rojo en Chilapa.
Nuestras navajas esperan en ataúdes
nuestros pequeños cuerpos,
han llegado de lejos a vivir en nuestras manos,
a algún espíritu le pertenecían
o a un aire malo,
llegaron con hambre de nuestros brazos tiernos
y ahora, en esta loma en que se mece el dolor,
¿Quién recreará el rompecabezas que han hecho?
V
Las semillas
Nuestras semillas traen la esperanza
de comprarnos huaraches nuevos,
una pastilla para el abuelo
y para ayudar al tío que se va al Norte.
En nuestras lenguas se visten de cielo
para germinar las estrellas
en pequeños lunares de tierra
que embellecen el campo.
Nuestras semillas agusanan los cuerpos
y trasnochan los ataúdes,
nos cubren el hambre,
bordan nuestros nombres en los diarios,
en el filo de los machetes
y en las balas que buscan tu nombre.
VI
Regresar al pueblo
Yo quiero mirar los ojos del maíz bola,
poner mis dedos en su corona de sol,
sentirlo llorar en mis manos,
quiero bailar con la voz de sus semillas
y que el pájaro Marutsíí guarde mi secreto.
Quiero regresar al pueblo
para rayar la boca del sueño,
aquí, se arruga la tarde, no pagan bien,
se aburre el gusano de los surcos
y las horas desprenden insectos
que pululan en las lápidas,
en la sangre coagulada que se anida en los malecones.
Allá, las mangueras persiguen
a las bolas de sol
y bañan a sus aretes multicolores
que curan las muelas
y las heridas del hambre.
Quiero regresar
a las tardes de Zapotitlán,
a los caminos con la leche de olor
para despertar las hojas
y quemarle los pies al diablo.
XI
El niño
Vinieron a buscarlo en el pueblo
porque no había para donde darle
y atorarle con los contras,
se hacía costumbre ver a los zopilotes
carroñar en las mojoneras,
bajar los ayates de las redilas
y esculcar las enaguas, buscando carne.
Él dejó sus canicas en la cuarta del rombo,
en la raya con nubarrones de nostalgia,
dejó los peces multicolores
con los sueños de la noche
y dejó entre los cafetales
los columpios colgados donde se mece la miseria.
En sus huesos,
fue creciendo el llanto de sus amiguitas,
las niñas de Marutsíí,
que pedían oído al polvo y a las piedras
para que no se lo llevaran.
Lo encapucharon con escamas de la tarde
y le colgaron un cuerno de chivo,
tres rosarios del ojo de venado
y se dispuso a cazar hombres
y a sentar la muerte en su mesa.
Desde entonces,
dicen que los de la Montaña
somos buenos para eso
y no dejan de venir para llevarse a los niños
y sembrarles la muerte en las manos.
XII
Llegaron los soldados
Llegaron los soldados a quemar el maíz bola,
se corrió el rumor por la radio
que esta vez sí era en serio,
llegaron con cascos para vestir de verde los caminos,
con pies de hormigas para subir en los árboles,
en las cañadas y en el nido de Marutsíí.
Llegaron por el río mirando a las muchachas
y con armas largas bajaron el rayo de los cielos
e incrustaron en los pechos el temor del silencio.
Llegaron con el pretexto de siempre,
a buscar las ausencias
para llenarlas con sus inventos
y desmontar a los espíritus de la goma.
La gente se organizó y los fue a ver,
para que no hicieran nada, pidieron una res,
un chivo y las dos niñas de Marutsíí,
que ellos están para servir
a quienes les saben tratar.
FRAGMENTO DEL POEMA CICATRIZ QUE TE MIRA (TSÍNA RÍ NAYAXAA’)
FRAGMENTO DEL POEMA
CICATRIZ QUE TE MIRA (TSÍNA RÍ NAYAXAA’)
Hubert Matiúwàa
Hubert Matiúwàa, [1986], pertenece a la Cultura Mè´phàà (Pueblos asentados en la Región de la Montaña de Guerrero). En 2016 obtuvo el “Primer Premio en Lenguas Originarias Centzontle”, publicó con la Editorial Pluralia, su Libro “Xtámbaa/ Piel de Tierra”, además ha publicado poemas en diversas revistas del país.
FRAGMENTO DEL POEMA
CICATRIZ QUE TE MIRA (TSÍNA RÍ NAYAXAA’)
En memoria de Fortino C.
Asesinado en la Montaña de Guerrero.
III
Nueve postas te tumbaron del Tordillo,
bajo las púas se colgó tu ombligo
amarrado a los mechones de tu vientre,
para que no te bebiera el mbòò wuèn[1],
las hojas rezaron a tus heridas.
Las hormigas siguieron pedazos de tu carne
para darte el ultimo respiro,
esconderte en su nostalgia
y dar valor a tus dedos.
Siguieron tu rastro para rematar
la noche en que naciera la abuela en tus ojos,
cuentan las piedras que te recostaste
y a tiros gritaste su nombre.
Pasó entre los mangos el xtá lìti[2]
pidiendo a la lluvia se fuera,
que no te esperara,
tu fuerza se apegaba a sus alas
y el último recuerdo brotaba al tronar su voz.
Al juntarse tus huesos,
se abrió la fisura donde hundo el silencio,
caído tronco fuiste
en donde brotó la raíz que ató mi cuerpo.
IV
Llegaron las urracas
a contar que te habían tirado,
tallaron lianas en los pechos
para encender tu ánima.
En Santa Cruz del Rincón
nadie quería velar tu cuerpo
y limpiar tu sangre,
yacías solo en la plaza,
mirando las campanas
que masticaban miedo entre dientes.
Para darte sepultura,
a caballo bajaron los de Malina,
sitiaron entre polvo, rifles y truenos
los pedazos que de ti quedaron,
de regreso, en el camino de la piedra torcida,
papá te cargó toda la noche
hasta salarle la lengua.
Hermano, en nuestro hombro pesa el silencio del pueblo,
la llaga de piel que quebrantó tus huesos.
V
Llegaste al amanecer,
los principales te recibieron con flores contadas
y humo para ofrendar a los cielos,
las mujeres que te criaron, envolvieron tus pies
con hojas de borracho y toronjil
para decir que no habías muerto,
que el olor de tu cuerpo andaba en la Ciénega.
En la casa vi arder de rabia los comales,
hincharse de sol las tortillas
y en el remolino del hijo que no conociste
se incineró de presagios la madera.
Para sembrarte en el vientre de tus viejos,
te envolvieron en petate
y en la procesión, hermano, goteabas a cada paso,
tu rastro nos decía que los cobardes matan a traición
y a traición quieren acabar con nuestro pueblo.
VIII
Hermano,
traigo el gabán,
el paliacate del barranqueño
y la pistola pintada desde que te fuiste,
para romper los años,
traigo esta lengua de arranca muertos,
este colibrí para encontrar tu hueso,
para medir los gusanos de la rabia
y esparcir el polvo de tu carne
entre los platanares,
en los cafetales, en los labios de la muchacha que quisiste,
en doquier que anduvo tu ánima,
traigo una tristeza que entregué a la tierra,
una vela para encender la piel,
tres botellas que curen tu boca
y una bala para buscar tu nombre.
Ajngáa rí màrma’aán àkuian ló’ gàjnè dxáma Fortino C.
TSÍNA RÍ NÀYAXAA’ (CICATRIZ QUE TE MIRA)
III
Mijna gùwá’ xndúu ajuàn’ rí ninbatiguíín tsudùù Tordillo,
ná agóo ñuwiin ajuàn’ niguanúu xuviá,
niriya’nè rumiá khamí niru’wa mináa nè gàjmàá chámboo awuán’,
rí maxagàan mbòò wuèn i’diaa,
niwá tsakuramaa iná ná nijambiyáa.
Nigòò àkuán ná nikaraguanúu xuwiá
nindúun muxnáa imba xe’,
nindúun mukra’wiín ná kuijíín gìnúun
ikanjgóo muxnáa tsíaké ñawuán.
Nigòò mangiin tsúdáa xàbò tsí nìdáa,
nigòò xóó tsúdáa rí mònè mbámbáa rìgán,
mbro’ón rí nirma’a akuín xìña ló’ ná idáa,
na’tha itsí rí drìgà’ ná Xkuaá
rí nìthabáa nijíun nè, nirathúun ajuàn’
khamí nitharmidájmii xàbò tsúkuè,
ìdo nithatsáwá mbi’yuu xìña ló’.
Ninunjgoo xtá líti ná inuu ixè xndú xkudí,
nì’thun ru’wa rí ma’gàà,
rí maxagijthan nè,
numuu rí skiyáa niguanù ná inuu xphíphíù
khamí akhìaa nà’nii akhuín ìdo naxphatriyáa a’óo.
Ìdo nìwuàà ítsaa,
nìnba’thoo ná najnguáan ajngáa ngìnu’,
dxoò xó ixè rí rìga ná jambaà ja’nii
ikhaa rí ni’kaa ajmuu khamí niru’waa nè xuwiú’.
IV
Nigùwáan wandá
nithéen rí niwá’xnáa,
nìdáa ajma rí ma’ne gìgáa nimiá’ ná xóxtaa xò’.
Ná Xkuaá
nimbáa xàbò rakóo matsíka ndèlaa,
khamí ma’ne ká’úu i’dia,
mbawíín ninìñaan ná xúaa,
xóó kanjba’tha idáa
natiaxií ajuàn’ rí bràkha ná gu’wa dxákuun
rí ni’dúu ngamí ja’níi.
Rí màgoo majnguáan’,
niguatán gajmíí guayo angìán ló’ tsí mañuwìín,
nirugáa gájmàá yojnda’ khamí a’óo xkamida’,
jamboò Xkuaá ná nìwatachikurigaa xuwiaa,
ìdo nithangíín ná jambaà itsí bi’mbi,
dàtiáa ló’ niguiín jañíín mbro’ón
asndó ne’ne rìnáa rajúun gájmàá iya idúu.
Dxoò ná xphápha xò’ rìgu jèño ajngáa wiyuu xuajián,
ikhaa ská rí nixpí’ta itsáa.
V
Mi’cha nidxa’núu ná mañuwìín,
xi’ñá ló’ nibrìguíín gájmàá re’è rí kixnúu
khamí gùní rí ma’ne gamákúu mikuií,
xó ma’ nàna tsí nènè mbáján,
nimbra’áa nakuá gájmàá iná skémbaa khamí iná láxa,
rí máxna nè xè’ khamí rí ma’ne nè asndó xó rí thajañáa xóó,
rí mà’tha nè rí xùù xuwia grigoò ná Namáa.
Ná gu’wá ló’, ndiyóo nitsíkaminaà siàn’ ná inuu ifíí,
ndiyóo nikaxii àkhà’ ná awún goma,
khamí ná nànùu a’diá tsí nanguà nijgoò matànè nuwíín
nitsíkamináa ixè rí nindiáwa ló’
Rí magoò mudíín ná jùbùún xi’ñan ló’,
nimbra’an gájmàá àgú,
ìdo nìkaji’daan ná jambaà guajén,
nìtsóò i’dia agoò ejna,
ná mbámbá nikaraguajín ndiyáa xùùn khamí nitsakuramáa,
i’día ni’tha xò’ rí xkuaníi nurandíín ajngiá ló’ tsi tsinìña’ mijna,
mi xkuaníi nandúun muradíín xugììn ijíín xuajián ló’.
VIII
Dxóo,
jàyá xàyáa
khamí pañìtii druwii,
khamí jàya ajuàn’ ki’níí asndó nakhi rí nidxúu,
rí maxpíta ga’kuì tsi’gú,
jàya anjgáa rí naguwíín guajén e’nè,
jàyáa mangaà tsù’tsún tsí mba’yáa i’tsáa,
ikhaa tsí magèwíin adíín siàn’ ló’
mí mastíngaa yojndóo xuwia,
ná awún ixè dxáma,
ná awún ixè café, ná raún dxá’gù tsí ndiyáa xtáyáa
asndó náa nirigòò nimiá,
jàyá mangaà mbá tsingìna rí nixnaxíí inuu jùbà’,
mbá ndèla rí matsíkáa xuwia ló’,
khamí jagoò atsú tsi’tsún iya mika rí ma’níin rawuán’,
khamí jàya mangaà mbá xndúu ajuàn’ rí mba’yáà mbi’yáa.