Notas sobre El coservador, de Nadine Gordimer
Dra. Rocío García Rey
El vínculo entre literatura y sociedad ha sido una constante en el quehacer narrativo. Es precisamente porque la dinámica social y colectiva toman forma de mimesis, que podemos parafrasear lo que en la década de 1960 Roland Barthes llamó la muerte del autor, en tanto es el lenguaje el que opera en el texto y es precisamente este lenguaje el que podemos entender como desdoblamiento del quehacer colectivo y del momento histórico. Si bien Barthes aseguró el desplazamiento de la figura de escritor – demiurgo, también es cierto que, sin el escriba, por llamarlo de alguna manera, la recolección de enunciados vueltos historia no tendría forma. Tal afirmación la hago a propósito del trabajo de la escritora sudafricana Nadine Gordimer, (1923 -2014) ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1991.
La literatura de Gordimer tiene como eje narrativo el conocido y deplorable apartheid, vigente en Sudáfrica hasta 1990. Es precisamente esta “circunstancia de época” la que es materia de escritura para la autora.
Este trabajo estará circunscrito al comentario de la novela El conservador y a algunas afirmaciones que Gordimer hace, con respecto a su labor de escritora. Cabe mencionar que los comentarios de Nadine que citaremos fueron tomados de la entrevista hecha en Brasil, en el marco de la Fiesta Literaria en Río de Janeiro en 2007. (https://www.youtube.com/watch?v=RhFlOkQcO4A).
Para la sudafricana se trata de contar la historia, no los eventos. En este sentido se entiende que El conservador no sólo sea un retrato de un hombre blanco, totalmente conformista y apolítico de finales de la década de 1970; es el retrato de una Sudáfrica en la que las cercas de alambre existían para separar a los negros de los blancos. Mehring es el nombre del personaje principal (el conservador), quien además de propiedades se dedica al negocio de la industria del acero. Su mundo transcurre entre su estadía en la ciudad donde lleva a cabo su trabajo de empresario y su estadía en su hacienda cuidada por negros, de los cuales sobresale Jacobus, quien desempeña el papel de capataz.
La novela es polifónica y eso, durante momentos, hace que el lector no sepa claramente quién narra, ¿es el soliloquio de Mehring? ¿Son las voces que recuerda de los personajes con los que se rodea? ¿Es la voz de la narradora? Este juego de voces exige prestar mucha atención a los vaivenes polifónicos.
Los hechos presentados que dan pie a la mimesis con respecto a la cotidianidad en una Sudáfrica racista, son relatados a través de diversos acontecimientos: ya mediante las formas de vivir de los negros trabajadores dentro de la hacienda, ya mediante los cuestionamientos que la amante de Mehring le hace a este o incluso por la misma ambientación de la novela.
La exclusión y el olvido del respeto a las identidades fue de lo que se nutrió la política segregacionista vigente en aquel país desde 1940, pese a que desde 1944 fue fundada la Liga Nacional por Nelson Mandela. Veamos un ejemplo de cómo narra Godimer dicha exclusión:
Lo que antaño comenzara como una pasión por excluirse se había convertido hace tiempo ya, en una feroz pasión por excluir a otros.
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Y los negros, que siguiendo sus instrucciones colocaban a martillazos el hierro en su lugar o remendaban el alambre de espino, lo hacían satisfechos. Así no podría entrar nadie. Estaban a salvo de los de su propia especie, de todos aquellos que no tenían derecho a nada y robaban cuanto podían. (p.137)
Si la autora en la entrevista mencionada afirmó: “Yo nunca escribí libros políticos. Escribí libros basados en mi alrededor del mundo en que nací.” Se entiende que el trabajo escrupuloso que hizo para deslizar en las páginas, observaciones como la citada son parte de una elección de oficio para reconfigurar lo que, en este caso, se vivía a finales de la década de 1970. Los excluidos, podemos inferir, habían sufrido tal alienación que no podían ser conscientes de que apartaban a sus iguales. Los negros, los blancos, los indios parecen ser parte del rompecabezas de lo que Leonardo Marín afirma que Jung llamó la constitución del ser social. (Cfr. Leonardo Martin Candiano, Lukcs, Defensa del realismo:2016)
Es, precisamente, la construcción del ser social, la que Gordimer nos presenta de manera ficcionalizada, aunque sabemos que todo texto literario es ficción, lo recalco porque algunas estudiosas como la española Natividad Martínez Marín, presentan la obra de la sudafricana proclive al realismo crítico con la marca de Lukács. En efecto, su escritura es realista, pero como también se sabe no se trata de una copia fiel de la realidad. Lukács afirma: “El realismo es la característica fundamental de las artes, de que los diversos estilos no pueden cobrar sus diferenciaciones más que en el marco del realismo. (Lukács :239. Citado por Leonardo Martín, p.4: 2016)
Por eso se entiende que los personajes de Gordimer sean, nuevamente en palabras de Jung, representaciones del ser social. Se trata, entre otros hechos de ver cómo se presenta la exclusión del otro colonizado o migrante; el que no es asimilado, el que estorba. Veamos cómo un personaje negro se refiere a los indios:
El marido de Dorcas se llevó la mano al cuello del mono y tiró hacia abajo, arrancando los botones.
- Echarlos a todos, a los indios, de todas partes. Basta, ya no se quedarán con nuestro dinero. Echarlos a patadas este no es un país de indios. Ya veréis un día tendrán que irse todos los indios. Que se vayan. (p.151)
El realismo, entonces, puede entenderse con base en las palabras de Gordimer, cuando señala: “Escribo sobre cómo viven las personas en un contexto […] Nunca escribí sobre la situación política en sí”. Esta es la pauta para no olvidar que pese a tratarse de un texto realista, éste llevará la marca de la re-creación de la inventio, lo que hace que el texto sea verosimil.
Estas son palabras de Mehring, quien bien puede ser uno de los tantos representantes de una sociedad que pese a basarse en la exclusión, está convencido de que el statu quo no tiene por qué ser cambiada debido a que los pobres necesitan ser conducidos, pues bajo su visión, son los que necesitan ser mandados. El protagonista es la representación de un ser apolítico y conformista cuyo individualismo es el eje de existencia.
Nadine Gordimer señaló que: “un escritor puede transformar una cosa simple en algo extraordinario. Además, debe capturar la agitación interna de un personaje” Esto se puede apreciar nítidamente en varios momentos, pero ahora recurriremos al que se refiere a la visita del hijo de Mehring, quien no vive con él. Se trata de un joven que no cree en las distancias raciales. El padre, en algún momento saca un libro de la mochila del hijo:
Ha sacado el libro de la mochila para echarle un vistazo… ver qué cosas lee. Eros por sí mismo, impreso sobre una imagen del dios, arco y flechas y alas, todo entre las piernas, todo entre las piernas, todo. ¡Bonita historia de amor para su edad! […]
¿Ningún nombre femenino en la cubierta? Eros por sí mismo, Antología compilada y publicada por el movimiento pro Igualdad de los Homosexuales. (p. 183)
Con la novela de, acaso también podemos acercarnos a esas heterotopías que Foucault mencionó en la misma década de 1970. Aquellas instituciones relacionadas con los individuos que están fuera de la norma. Pero para sorpresa del lector todo está fuera de la norma de lo que dicta el sistema: El movimiento feminista, la existencia de un movimiento homosexual. En efecto, la misma amante del personaje principal rompe la norma, pues milita en la izquierda.
Mehring, al final de cuentas puede ser el retrato de aquella Sudáfrica de los años setenta en que las cercas, “la cultura destruida”, los otros eran parte de una realidad, pero ello no significaba que fueran tomados en cuenta ni que se vieran incluso como la otredad peligrosa, en tanto la ferocidad de los gobiernos en turno.
Hay que recordar que hasta 1976, los presos políticos fueron visibles y en un acto claro de eufemismo la asamblea General de las Naciones Unidas proclamó, el 11 de octubre como el día de la solidaridad hacia aquellos.
Aquel cadáver que deambula a lo largo de toda la novela, quizá sea el cadáver de una sociedad corrompida por las exclusiones y silencios forzados, aun así, Gordimer dejó asentada en muchas novelas su visión de escritora plena que supo hacer un diálogo entre imaginación y política.