De tal manera el recorrido de 32 estados de la republica implica más que un simple viaje de recolección de experiencias geográficas. El ideal del viaje no son los pasos agrietados de un faquir. O la búsqueda de un perfil egocéntrico gritándolo a los cuatro vientos. La caravana del musgo está alejada de trasfondos personales o mensajes subliminales de márquetin. El ideal de la caravana es sencillo y transparente. Lo único que busca es el diálogo. Pero no ese diálogo estéril de las campañas políticas y las promesas de campaña. Es un diálogo que trasciende la parafernalia que adorna el arte en México; como una bisutería barata e ilusoria. La autogestión, para no desnaturalizarse, debe impulsar la autonomía de las decisiones y la expresión debe contar con la misma independencia. Es así que la solidaridad con aquellos que han vivido relegados es la toma de conciencia de la rica y sustanciosa diversidad que forman todas las sociedades que conforman el país. Sabemos que habrá detractores, Arribistas y traidores. Un proyecto de tal magnitud ha sido una locura salida de dos corazones amorosos. Locura o utopía: cruzar un país manchado de sangre lleno de violencia de injusticia un país bañado de desaparecidos y asesinatos de estado. Un país que irrespeta la libertad de expresión y persigue a todo aquello que le es diferente. Pero Andrés Cisneros y Alma miranda Alamilla aman el arte y ese amor les a dado la conciencia de que estamos en constante transformación, no somos los mismos de ayer, el pasado nos ha construido y esa es la función de cualquier expresión artística: trastornar, estrujarnos y cambiarnos desde la introspección y la catarsis.
El arte se nutre de revoluciones, de movimientos sociales y cambios de paradigma que entrelazan el imaginario colectivo correspondiente a una época y a un entorno. El arte es transgresor, crítico y exterioriza la manera en la que los creadores experimentan e interpretan la vida desde sus trincheras de pensamiento. La caravana es el diálogo que nos llevara a fortalecer el tejido social de las comunidades olvidadas. El sueño es lograr que todas las partes sean de igual manera representativas para garantizar la participación en igualdad de condiciones. La gestión artística fue formular proyectos colectivos y colaborativos en el arte. El discurso social se basó en la concertación de sur a norte del país por erigir el derecho inmutable de la libre creación. Sin intervención externa o política cultural que margine o legitime según su criterio. en términos culturales, quiere decir el derecho a promover y elevar los valores culturales y experiencias que contribuyen de manera positiva a la supervivencia como grupo, reafirmando su identidad.
Algo rescatable de dicho proyecto es el bajo perfil en que se ha realizado este viaje hacia al interior de las comunidades. La intención no fue el protagonismo. Ni la búsqueda de reflectores que legitimen el esfuerzo. La caravana por si sola es la semilla que muere en el interior de la tierra para transformarse en un árbol donde el proceso creativo podrá crecer frondoso en aquellos que persigan el mismo ideal de equidad y libertad.